por Alberto Piernas Medina, Condé Nast Traveler
Pero esta es solo una de las muchas situaciones que pueden sabotear esa percepción idílica de unas vacaciones que, como la luna estival sobre el mar nocturno, también tiene su lado oscuro: tantos días sin posibilidad de pasar tiempo a solas, estrés y planificación –porque, para muchos, vacaciones significa más lejos, con más aviones y más de todo–, consultas del trabajo o nuestra incapacidad para saborear un momento concreto. Situaciones que pueden inspirar una cierta insatisfacción cuando volvemos al mundo real y la rutina acecha en la bandeja de Gmail sin tregua alguna.
La duda es entonces: en un mundo de vacaciones idealizadas, ¿volvemos aún más agotados de esa desconexión?
Cuando las vacaciones agotan
Pedro ha vuelto a su domicilio en Madrid tras dos semanas de vacaciones con su esposa, los niños y sus suegros. Durante su descanso, ha leído El Quijote a ratos (porque siempre tenemos que obligarnos a ‘empezar algo’ también en vacaciones) pero, el resto del día, ha estado rodeado de personas, soñando con disfrutar de un día pescando en soledad.
Jimena, su esposa, estuvo consultando bajo la sombrilla retiros de meditación para dedicarse unos días de paz, pero apenas queda tiempo. La transición de los tuppers de sandía en la playa a la compra de los libros escolares, las mañanas de metro y las largas reuniones ya cortan el nostálgico cielo de agosto.
¿Por qué necesitamos vacaciones de las vacaciones? La Zambra
“Las vacaciones en familia pueden ser estresantes”, afirma la psicóloga clínica Sonia Rico a Condé Nast Traveler España. “Estar tantas horas juntos puede ser una fuente de estrés y conflicto, tanto con el núcleo familiar primario que podría ser pareja e hijos, como con otros como abuelas, tíos y primos”. Compromisos que, en cierto modo, provocan en nosotros la necesidad de pasar más tiempo a solas en mitad de una postal no tan idílica: “en muchas ocasiones se organizan salidas, comidas y cenas con la mejor intención de estar todos juntos, pero la persona puede necesitar pasar un rato a solas y es lícito y normal que no quiera y necesite escaparse a hacer alguna actividad que sea deseada de verdad por la persona en sí y que no sea solo por gusto de complacer a la familia o que los niños se lo pasen bien y estén entretenidos.”
En estos casos, liberarse de ideas de culpabilidad es crucial: “no pasa nada por querer un rato a solas y apartados, eso no es un indicativo de ser ni mejor ni peor marido, hijo o hermano”. Ante ello, Sonia sugiere hablar con la familia y explicarles que necesita su propio tiempo para hacer una escapada cercana, pasar un día realizando otra actividad, leer tranquilo durante una tarde o hacer shopping a su antojo.
Sin embargo, la incapacidad para descansar durante las vacaciones no solo procede del estrés que implica organizar una escapada en familia, los horarios y las necesidades colectivas. Las nuevas tecnologías y la hiperconectividad también pueden jugar un papel nocivo en la búsqueda del descanso. “Las nuevas tecnologías, tanto móvil como portátil, hacen que tengamos la idea de que todos podemos estar permanentemente conectados y eso provoca que las barreras entre estar de vacaciones o no sean más difusas”, comenta Sonia. “Pienso que se ha perdido el respeto por el tiempo de descanso de los compañeros y pensar en su salud mental, en que las vacaciones están para desconectar lo máximo posible. Así que solo podemos apelar a la buena voluntad, la empatía y la concienciación de las personas”.
Descansar y desconectar en vacaciones no es lo mismo
Cuando nos vamos de vacaciones, solemos pensar que descansar es suficiente para recargar energías, pero hay una diferencia clave entre descansar y desconectar.
Descansar y desconectar no es lo mismo. Fitupaz
“Descansar implica relajar el cuerpo y aliviar la fatiga física. Puedes estar en una playa, tumbado bajo el sol, sintiéndote cómodo, pero si tu mente sigue pensando en el trabajo o en problemas personales, no has desconectado”, matiza Sonia. “Desconectar, por otro lado, significa liberar la mente de esas preocupaciones, permitiéndole un verdadero respiro. Sin esa desconexión mental, aunque el cuerpo descanse, la mente sigue trabajando, y al final de las vacaciones, podrías sentirte tan agotado como antes”.
Por este motivo, no basta con descansar. Es fundamental también desconectar para volver realmente renovado. Una situación ante la que puede surgir una cierta presión por el hecho de no haber desconectado lo suficiente o, en cualquier caso, abrazar esa definición de vacaciones anheladas. Aunque sea una mañana o una jornada entera.
En un caso de intrusión laboral, Sonia recomienda hablar con las personas implicadas desde el respeto para explicarles lo que ha pasado o cómo han afectado estas interrupciones en su descanso, además de otras alternativas sea cual sea el motivo de ese ‘agotamiento’: “también puedes ayudarte de un cuaderno de escritura que ayude a manejar estas emociones y a poner orden en lo que ha estado sucediendo y qué crees que te ha llevado a estar así. Situaciones, momentos, personas, decisiones y así ir soltando lastre. Esto te ayudará a ver las cosas con más claridad, a poner estructura y tener una perspectiva que te permita sentirte mejor”, añade Sonia.
Comunicar que se quiere estar solo no es malo, todo lo contrario. Unsplash
En cualquier caso, también puedes plantearte diferentes ajustes para esta situaciones: desde poner límites tecnológicos (abraza el JOMO en cuanto puedas y desconecta de los dispositivos electrónicos), decidir con quien y cómo pasar las próximas vacaciones o regalarte planes alternativos a tus vacaciones, aunque sea un par de días. Entre las opciones, encontramos retiros de meditación, experiencias englobadas dentro de las ‘vacaciones para no hacer nada’, o escapadas basadas en el 'efecto de los tres días’, o por qué pasar 72 horas en el campo puede hacer que vuelvas renovado, según el psicólogo cognitivo David Strayer.
“Y si aún estás a tiempo, siempre puedes intentar tomarte la vuelta de vacaciones como un estado intermedio, es decir, en vez de volver a tope, date algún respiro para adecuarte a la situación de manera paulatina. Disfruta de un paseo cuando termines tu jornada laboral, sal a tomar algo, una charla telefónica con un amigo, lee un rato, visita alguna exposición o incluso escápate al cine. De esta manera tendrás la sensación de que estás cuidando de ti y causará una reparación en tu estado anímico”.
Portal de América