Las compañías aéreas, sobre todo El Al, con diferencia la más importante, han perdido 155 millones de dólares sólo por la guerra.
El último episodio de su crisis se vivió esta semana, cuando pidieron que se suspenda la ley Tibi, que permite a los clientes una compensación económica si su vuelo no opera.
Aunque esta reclamación parece absurda, hay dos circunstancias que ayudan a explicar la postura de las aerolíneas (en realidad, sobre todo de El Al, porque Israir está muy vinculada a un turoperador y su perfil es muy diferente): por un lado, es una compañía privada que incluso en estos días opera sus aviones por razones de estrategia nacional y, segundo, ha quedado excluida de las ayudas que el gobierno ha puesto en marcha para incontables empresas del país afectadas por el conflicto.
Actualmente, dijo en la cámara parlamentaria israelí el director comercial de El Al, si no fuera por su línea aérea, el aeropuerto debería cerrar porque todas sus operaciones son suyas.
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