El hombre que siempre cae parado
Miércoles, 19 Diciembre 2012
López Mena mintió desde el comienzo y ahora niega lo que su entorno confirma. Cuando el negocio del gobierno con Cosmo por la venta de los aviones de Pluna se empezó a complicar y las balas empezaron a picarle cerca, el dueño de la empresa naviera Buquebus y de la aerolínea de bandera BQB, Juan Carlos López Mena, convocó a dirigentes de la oposición y, entre otras cosas, les dijo que no tenía “nada que ver con el aval” que Cosmo había presentado para participar en la subasta. O sea, los convocó para mentirles en la cara.
por Gabriel Pereyra y Martín Viggiano, El Observador
Ahora ya no solo se sabe que López Mena tramitó el aval, sino que el presidente del Banco República, Fernando Calloia, anda reclamándole que sea él quien pague el aval porque metió al gobierno en un callejón sin salida.
Fue en ese contexto que Calloia y el secretario de Presidencia, Homero Guerrero, visitaron a López Mena en la sede de Buquebus el 31 de octubre y lo presionaron para que pagara el aval. El Observador informó de esa reunión sobre la cual Calloia precisó –en radio Oriental– que se había ido y había dejado al empresario solo con Guerrero “por delicadeza”. Otra mentira, porque fue el presidente del BROU el que llevó la voz cantante, ya que conoce a López Mena de los negocios que hace con el banco, lo cual le dio la confianza para concederle el aval a los extraños de Cosmo.
Nadie en el gobierno –donde las mentiras han abundado y han ido cayendo una a una– desmintió esa reunión con López Mena, pero el empresario, que necesita mantener buenas relaciones con el Ejecutivo porque las autorizaciones para operar dependen de ello, salió ayer a desmentir lo de las presiones: “En los últimos días se ha dicho que, durante un encuentro que tuvo lugar en mi empresa, fui objeto de presiones por parte del señor secretario de la Presidencia de la República, doctor Homero Guerrero. Eso es falso. Tampoco recibí presiones de tipo alguno de parte de dirigentes políticos de la oposición política para obrar de una forma o de otra”, dijo ayer al diario El País. Agregó que con esas informaciones “falsas” que lo involucran a él y a su empresa, se sintió “difamado”.
Así como les mintió aquel día a los dirigentes de la oposición, luego ocultó su relación con Cosmo y con Calvo Sánchez, y posteriormente dijo que no estaba de acuerdo en entrar en el negocio al que finalmente intentó entrar, el empresario, que se las ha ingeniado para flotar en todos los gobiernos, aprovechó la oportunidad para quedar bien con gobierno y oposición.
López Mena le había dicho al gobierno que no le interesaba participar en la subasta de los siete aviones Bombardier de la exaerolínea de bandera Pluna, porque el precio era elevado y no estaba dispuesto a comprometer su patrimonio. Ante un escenario de fracaso, en el gobierno le solicitaron una mano y el empresario amigo de los gobiernos prometió una solución. Fue así que en reuniones con el ministro de Economía, Fernando Lorenzo, avisó que traería a un interesado para el remate, a quien luego él alquilaría algunos de los aviones para operar en su compañía. Pero el tiro le salió por la culata en un detalle nada menor.
A quien trajo no tuvo plata ni para pagar la comisión a los rematadores, había trabajado con él durante varios años y, para colmo, es padrino de sus nietos.
López Mena negaba el vínculo con Hernán Calvo –quien ensayó una coartada barata en la subasta cuando utilizó su segundo nombre y apellido para despistar–, pero los hechos, ya en manos de la Justicia, le dieron vuelta la tortilla. Se supo que fue López Mena quien tramitó personalmente ante el BROU un aval para Cosmo y quien había informado de todo al gobierno.
Cara a cara
Lo que sucedió el mediodía del 31 de octubre en su oficina del puerto de Montevideo, en la reunión que mantuvo con Guerrero, el presidente del BROU, Fernando Calloia, y el representante de Cosmo, Hernán Calvo, podrá ser desmentido o ratificado. De ahí –al menos que alguien haya grabado la conversación– no saldrá registro de lo manifestado, pero cada uno sabe lo que hizo y dijo. El Observador supo de las presiones del gobierno mucho antes de publicarlo, el pasado sábado 15 de diciembre. El primer dato llegó desde el Poder Ejecutivo, por medio de una fuente con acceso a esa información. La confirmación no demoró, ya que a los pocos días, en un encuentro personal con periodistas del diario, otra fuente con igual capacidad de acceder a esa información lo ratificó en todos sus términos. Pero la información tuvo que esperar hasta que llegó la tercera fuente, que no fue ni más ni menos que una persona allegada y rentada por López Mena.
Desde que se supo del hecho, definido por esa fuente cercana a López Mena como “desagradable”, el silencio reinó en el gobierno. El lunes, cuando al término del Consejo de Ministros fue consultado por el tema, el vocero de la reunión (Lorenzo) prefirió no realizar comentarios.
Ambidiestro
El affaire Pluna ha tenido, con diferentes influencias y responsabilidades, dos titiriteros principales. Uno por la parte pública y otro por la privada. El primero es el presidente José Mujica, a quien nadie en el Juzgado del Crimen Organizado nombró como protagonista en el asunto, aunque estuvo enterado y participó de las decisiones más importantes. El segundo es López Mena, ese empresario empecinado en caer bien a todos los gobiernos y dar manos.
Las fuentes del caso indican que fue Mujica quien más insistió a López Mena –un viejo conocido– para que se presente en la subasta de los aviones, ante el escenario de fracaso ineludible. Pero los indagados en la Justicia nada dicen sobre el presidente.
En las últimas semanas, de todos modos, López Mena no se la llevó de arriba, ya que Calloia, uno de los protagonistas más cuestionados del escándalo, le disparó sin vacilar. El banquero que dio el aval a López Mena, para que luego Calvo lo pasara a buscar por la sede de la calle Cerrito y lo utilizara en la subasta de los aviones, se quejó de la respuesta del empresario naviero. Dijo que debería hacer valer su apellido y pagar el aval. También dio a entender que tanto Cosmo como la aseguradora Boston coincidieron casualmente en su aviso de no pago al gobierno. Boston trabajaba para empresas de López Mena. El hombre que mintió todo el tiempo ahora dice que nadie lo presionó.
Calloia no se retiró de la reunión en Buquebus
El pasado 31 de octubre fue un día muy largo para el gobierno. Era el último día que tenía la empresa Cosmo para confirmar su compra de los aviones Bombardier por US$ 137 millones, algo que ya había anunciado que no haría. La encrucijada estuvo en si ejecutar el aval bancario por US$ 13,6 millones a la firma de capitales españoles, o comprar –como impulsaron desde el Ministerio de Economía– el boleto de reserva para eludir ese trámite y seguir adelante. Ese mediodía, asistió al despacho de López Mena en el puerto de Montevideo una delegación del gobierno. Estaba compuesta por el flamante secretario de la Presidencia, Homero Guerrero, y por el presidente del BROU, Fernando Calloia. Del otro lado estaban el dueño de Buquebus y el representante de Cosmo, Hernán Calvo. El gobierno les avisó allí a los empresarios que el aval se iba a ejecutar y, en caso de no hacer frente al pago, los negocios de López Mena en Uruguay se podrían ver afectados. El Observador había informado que esa advertencia la hizo Guerrero, luego de que Calloia se retiró del encuentro (según declaró el presidente del banco en radio Oriental), pero las fuentes oficiales que ratificaron la información precisaron que el banquero, en realidad, se retiró al final junto al secretario de Presidencia. La presión, según esas fuentes, la hizo Calloia.
Portal de América - fuente: El Observador - www.elobservador.com.uy





