Vale la pena recordar que los mil y tanto millones de llegadas de turistas a nivel mundial (suponemos sea ese el movimiento mundial mencionado) insistentemente difundidos por la OMT, Organización Mundial del Turismo, es una cifra totalmente irreal, como ya lo hemos comentado en reiteradas ocasiones con el aval de una autoridad académica internacional del turismo como nuestro Consejero Editorial el Profesor Miguel Ángel Acerenza. Se llega a ese número de supuestas llegadas internacionales además de meter en la misma bolsa a todo tipo de iajero sea o no turista, sumando la información que suministran los países basados en sus propias encuestas y de esa forma por ejemplo, cuando Juan Pérez de nacionalidad argentina, viaja a Europa y participa de un tour que visita 8 países, para la OMT en la suma final hay ocho Juanes Pérez no uno...

En cuanto a la cifra de un millón de pasajeros que se dice ingresaron a Uruguay, debe ser una cifra bastante cercana a la realidad dada la excelencia profesional de la gente que trabaja en estadísticas en el Ministerio de Turismo pero igualmente a nuestro modesto saber y entender, estamos lejos de manejar datos con rigor científico y una vez más aprovechamos para informar que no es cierto que en Uruguay se difundan resultados emanados de la Cuenta Satélite de Turismo ya que la misma no existe en nuestro país.

Vamos al artículo:

El turismo requiere reparación

Un llamado de alerta al Ministerio de Turismo: Uruguay recibió un millón de turistas en los primeros cuatro meses del año, cuando el movimiento mundial fue de 1.140 millones de viajeros el año pasado.

M. Umpiérrez

Los pilares de una industria turística sostenida y de alta rentabilidad son la relación precio-calidad de servicios y los atractivos naturales, así como eficiente promoción en el caso de destinos poco conocidos. Las carencias de Uruguay en estos requisitos lo han hecho caer del puesto 58 al 73 entre 141 países, según el último ranking del World Economic Forum (WEF). Algunos factores escapan a la responsabilidad de las autoridades gubernamentales y operadores privados. No existen ruinas milenarias de culturas indígenas o como las europeas, asiáticas o africanas. Tampoco hay formaciones geológicas impactantes, como el Gran Cañón del Colorado ni el soleado calor permanente de las playas caribeñas. Pero es posible y necesario mejorar en otras áreas para asegurar un flujo turístico que no dependa casi íntegramente de cómo ande la economía de Argentina y, en grado menor, la de Brasil y otras naciones cercanas para impulsar nuestra cada vez más corta temporada veraniega. El alto costo actual de vida en Uruguay, comparado con el resto de la región, difícilmente bajará en el futuro previsible. Es un escollo que solo puede salvarse con un nivel de oferta que equilibre costos con calidad de servicios en todos los rubros. La hotelería ha mejorado bastante en los últimos años, a tarifas relativamente competitivas. Pero los restaurantes de primer nivel se cuentan con los dedos de una mano, en tanto otros muchos cobran lo mismo y ofrecen menos. El informe del WEF rebajó a Uruguay a un pobre séptimo puesto sudamericano en competitividad en precios y en infraestructura de transporte aéreo, y al octavo en recursos naturales y culturales. Es un llamado de alerta al Ministerio de Turismo, que destaca haber recibido algo más de un millón de turistas en los primeros cuatro meses del año, cuando el movimiento mundial fue de 1.140 millones de viajeros el año pasado. Obviamente las condiciones y características de nuestro país no permiten aspirar a una tajada considerable de ese total. Pero hay formas de aumentar la magra porción actual, como factor de incidencia regular en el crecimiento de las exportaciones. Del lado oficial, se necesita reducir el costo de venir a Uruguay. Los veraniegos subsidios a la compra de combustibles por los visitantes requieren el complemento de otros alivios financieros que atraigan a extranjeros. Igualmente es preciso profesionalizar más el turismo de congresos, a través de acuerdos con los operadores internacionales y con organismos multilaterales y privados de todo tipo, así como mejorar la actual conectividad aérea, que dificulta la vinculación directa con el resto del mundo. Publicidad adecuada y recuperación de la asediada seguridad pública son igualmente indispensables. Y el sector privado tiene que concentrarse en buscar un nivel de excelencia de servicios que hoy existe en muy pocos lugares. No es una tarea fácil. Pero es ineludible si se quiere convertir esa industria en un contribuyente de importancia fija en la actividad económica. De lo contrario, si no se alcanza mayor diversificación eficiente, seguiremos siendo un modelo relegado en la comparación mundial. El flujo turístico continuará limitado casi íntegramente a nuestros vecinos y los ingresos dependerán de los vaivenes económicos de los países de la región o de la buena voluntad de los gobiernos que le toquen a Argentina.

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