Lo bueno de la crisis
Jueves, 08 Marzo 2012

Lo bueno de la crisis
Lo peor de esta crisis, con la que tenemos para rato aún, es que se ensaña con los más desvalidos y los inocentes, con los que menos culpa tienen y los que disponen de menos recursos para defenderse o salir adelante. En tiempos de escasez la injusticia social aumenta, mientras los pícaros y los desalmados siguen haciendo su agosto tanto o más que antes.
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por Juan Antonio García Amado

Pero, dicho eso, forzoso es reconocer que tiene también sus partes buenas esta situación y que alimenta algunas esperanzas. Permítanme que enumere ciertos aspectos de nuestra vida y de esta sociedad que pueden mejorar.

En el ámbito estrictamente personal, a lo mejor aprendemos a vivir tranquilos y a disfrutar de nuevo de lo cercano y lo sencillo. Puede que volvamos a dar con el encanto de pasear por la orilla del Bernesga un sábado, de tomar unos vinos en los bares del barrio, de recorrer la Catedral o San Isidoro con los mismos ojos e igual atención que la que ponemos cuando hacemos turismo en países lejanos y nos enseñan cualquier minucia de allá. Quizá dejemos de hacer el hortera a tiempo completo y de fingir que entendemos de vinos caros, de dar la paliza a los amigos con el último crucero, de gastarnos medio sueldo en El Bulli o lugar equivalente, donde nos ha sabido todo peor que en la taberna de junto a casa, aunque decimos que delicioso y genial, nada más que para marcar paquete. Y así todo. Usted, que el año pasado estuvo en Vietnam o Perú, ¿cuánto hace que no visita los Picos de Europa o Sahagún de Campos?

En lo social vendrá bien un examen de conciencia. A ver si dejamos de admirar a los timadores y expertos en dar el palo en las instituciones o en las empresas públicas. Y de votar a los mismos que nos arruinaron y todavía ponen la mano y se hacen los ofendidos. Ojalá recuperemos las calles, la palabra, nuestra soberanía como pueblo y la decencia y el gusto por la vida. Porque para disfrutar de la vida no hace falta ser rico ni hacerse el importante ni competir con nadie, sólo se necesita estar a gusto con los cercanos y, de vez en cuando, dar una patada en el trasero a los ladrones de guante blanco y a los sinvergüenzas de marca. Con un poco de suerte, los días volverán a ser placenteros, sin tanto cuento y tanta historia.

Portal de América - Fuente: www.elmundo.es

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