Lo bueno de la crisis
Jueves, 08 Marzo 2012 08:57

Lo bueno de la crisis
Lo peor de esta crisis, con la que tenemos para rato aún, es que se ensaña con los más desvalidos y los inocentes, con los que menos culpa tienen y los que disponen de menos recursos para defenderse o salir adelante. En tiempos de escasez la injusticia social aumenta, mientras los pícaros y los desalmados siguen haciendo su agosto tanto o más que antes.
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por Juan Antonio García Amado

Pero, dicho eso, forzoso es reconocer que tiene también sus partes buenas esta situación y que alimenta algunas esperanzas. Permítanme que enumere ciertos aspectos de nuestra vida y de esta sociedad que pueden mejorar.

En el ámbito estrictamente personal, a lo mejor aprendemos a vivir tranquilos y a disfrutar de nuevo de lo cercano y lo sencillo. Puede que volvamos a dar con el encanto de pasear por la orilla del Bernesga un sábado, de tomar unos vinos en los bares del barrio, de recorrer la Catedral o San Isidoro con los mismos ojos e igual atención que la que ponemos cuando hacemos turismo en países lejanos y nos enseñan cualquier minucia de allá. Quizá dejemos de hacer el hortera a tiempo completo y de fingir que entendemos de vinos caros, de dar la paliza a los amigos con el último crucero, de gastarnos medio sueldo en El Bulli o lugar equivalente, donde nos ha sabido todo peor que en la taberna de junto a casa, aunque decimos que delicioso y genial, nada más que para marcar paquete. Y así todo. Usted, que el año pasado estuvo en Vietnam o Perú, ¿cuánto hace que no visita los Picos de Europa o Sahagún de Campos?

En lo social vendrá bien un examen de conciencia. A ver si dejamos de admirar a los timadores y expertos en dar el palo en las instituciones o en las empresas públicas. Y de votar a los mismos que nos arruinaron y todavía ponen la mano y se hacen los ofendidos. Ojalá recuperemos las calles, la palabra, nuestra soberanía como pueblo y la decencia y el gusto por la vida. Porque para disfrutar de la vida no hace falta ser rico ni hacerse el importante ni competir con nadie, sólo se necesita estar a gusto con los cercanos y, de vez en cuando, dar una patada en el trasero a los ladrones de guante blanco y a los sinvergüenzas de marca. Con un poco de suerte, los días volverán a ser placenteros, sin tanto cuento y tanta historia.

Portal de América - Fuente: www.elmundo.es

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