Su máximo rival, Tui, hoy un conglomerado que absorbe a la mayor parte de los touroperadores líderes en varios países, ha pasado a estar en manos de un magnate ruso, demostrando que el otrora negocio de la intermediación turística está pasando por horas muy bajas.
Mirando hacia abajo, a partir del número tres, prácticamente no queda nadie estable ni sólido, salvo algunos operadores muy especializados en ciertos productos y, consecuentemente, nada relevantes.
La crisis espectacular de Thomas Cook es un síntoma del cambio de modelo del turismo. Los grandes tour operadores, a los que las Baleares le deben toda su prosperidad, se han ido diluyendo, hasta la situación crítica que sufren hoy. ¿El culpable? Internet.
La red se ha demostrado altamente atractiva en la captación de un número de negocios entre los cuales el del turismo parece ser el más relevante. En efecto, los hoteles, los cruceros y los vuelos se pueden comprar en la red con muy pocos riesgos que sólo exigen la visita a un agente de viajes cuando el producto es especializado, alejado, complejo.
La masa que conformaba el viaje organizado ya está hoy en la red, ajena a las agencias de viajes y, naturalmente a los touroperadores. Este negocio está condenado a un redimensionamiento colosal, del que sólo sobrevivirán los más especialistas que ofrezcan algo diferente.
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