Lo que usted no hizo bien contra lo que usted hará mal, fue el monodiscurso bipartidista que agotó una campaña desesperanzadora, pobre en propuestas, y abismalmente alejada del escenario en el que sí se pudiera abordar, como tema de Estado, lo que genera riqueza.
El Turismo, hecho transversal de la economía que también engrasa los motores de la industria y de la agricultura, fue una vez más el sujeto elíptico de la campaña. Hay miopía hereditaria. Ahora, al nuevo ejecutivo le tocará ejecutar las polémicas privatizaciones que ya tiene sobre la mesa (la de Paradores y las de Aena), hacer algo más que devolverle al Turismo su secretaría de Estado, encarar urgentemente la competitividad del destino España con medidas paliativas que compensen los efectos del corsé europeo que impide bajar otro IVA y, esperemos, no cometer el cíclico error de derrochar las experiencias del pasado para volver a empezar de cero, porque en Horizonte 2020 hay desarrollos estratégicos rescatables.
El Turismo es un solo partido que está por encima de los ciclos legislativos, y el de España es lo que es muy a pesar de la incoherencia en las decisiones políticas que se toman sobre él. Las de Miguel Sebastián entraron en el Guinness.
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