por Marga AlbertíPor su cuenta y riesgo el fabricante ha hecho las cuentas de la lechera, incluida una optimista previsión de crecimiento del PIB del 7% anual, y con la inestimable ayuda de los medios las convierte en noticia. ¿Les suena? En un mundo a prueba de burbujas económicas, y por tanto menos ficticio que el nuestro, no habría peligro de que las cosas se salieran de madre. Pero ese mundo no existe, desde hace dos siglos la economía viaja en una montaña rusa y casi sin darnos cuenta se nos pone –la ponemos- cabeza abajo, y con ella todos nosotros.
Expertos en marear la perdiz ante autoridades económicas y agencias de calificación, quizá los bancos que se enriquecieron con las hipotecas ‘subprime’ -que tampoco se achican por pequeñeces como la certeza, para quien quiera escucharla, de que el petróleo se agotará tarde o temprano-, se hayan saneado más de lo que están dispuestos a reconocer en público y estén al acecho de nuevas y mejores “oportunidades”.
En una palabra, deseando que el transporte aéreo chino se abra ante ellos como una flor. Así, con pequeños empujones, empieza a formarse la bola de nieve que luego baja velozmente y se estampa contra la terca realidad.
Y en esas estamos.
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