por Pedro Pausania, desde el alma
Una vez vine de Londres con un grupo de gente muy curiosa, y deduje, por experiencias anteriores, que eran pilotos de Fórmula 1.
Días después, ví a uno de ellos en la TV, “con ese viajé” dije.
Mis hijos me querían matar, era Sting.
En Aerolíneas es distinto: Palito y sus hijos, Mercedes Sosa, Carlos Bilardo, Valeria Mazza, Graciela Borges y Luis Ladriscina, entre otros, sin contar a los políticos.
Con Ernesto Sábato viajé en el asiento contiguo y hasta tuve el privilegio de completar su ficha de desembarque.
Por suerte el vuelo salía de tarde y se viajaba con luz del día, por lo que pude mantener una buena conversación.
Un hombre cálido y sencillo. El Premio Cervantes y otras tantas distinciones no se le notaban.
Yo venía de trabajar, el también, conferencias y esas cosas.
Me habló de México y me hizo comprender muchas cosas de ese pueblo fascinante.
Me habló de su relación con Octavio Paz y con Juan Rulfo, nada menos.
Esas horas fueron para mi tan conmovedoras como cuando leí “El Túnel” o, después de ese viaje, “Antes del Fin”.
Ni hablar de sus cartas a Aramburu y a Maradona.
He recorrido mucho mundo, visto grandes maravillas y espectáculos, pero esas horas con Ernesto Sábato. las guardo entre mis más preciados recuerdos.
Es lo que se llaman “experiencias de viaje”, que ahora tanto se valoran.
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