por Jorge Guasp
Esta situación no es exclusiva de esta provincia, ya que se da también en otros lugares del país.
Viendo la situación desde afuera, sin estar directamente involucrado, creo que puedo ponerme alternativamente en el lugar de un guía y de un empresario. Entiendo que el guía se ha capacitado, considera que le corresponde un lugar dentro del mercado turístico, y por lo tanto es legítimo su deseo de ser contratado. Sin embargo, puedo entender también que si “cualquier persona hace de guía”, y en esa situación el empresario turístico vende excursiones, él podrá preguntarse: ¿en qué me beneficia tener un guía con título? ¿Para qué contratarlo si hoy mi empresa gana dinero sin necesidad de guías, y así me ahorro el pago de un salario?
¿En qué me beneficia tener un guía?
Esta pregunta podría reformularse, de modo que el guía la transforme en una oferta para un empresario. En lugar de exigir que los contraten, los guías podrían presentar un proyecto de trabajo que les muestre a los empresarios las ventajas de contar con ellos. Podrían incluso ofrecerse a guiar una excursión a modo de prueba, y evaluar luego la satisfacción de los clientes…
Este argumento es completamente distinto de aquel planteado en el conflicto: que exista una ley que obligue a los empresarios a contratar guías. Es como pensar que porque existen escuelas de cocina, todo dueño de restaurante tiene la obligación de contratar a un chef egresado de ellas. La oferta de guías, como el resto de las actividades, está sujeta a leyes de mercado. Y los empresarios y comerciantes tienen derecho de contratar, creo, a quien juzguen competente. En cuanto al valor del salario, considero que es un tema aparte, que excede el propósito de este artículo.
Creer que uno tiene razón, y exigir leyes que apoyen ese punto de vista, no beneficia a nadie. O a lo sumo beneficia en este caso a los guías, pero en contra de la voluntad de los empresarios. Buscar alianzas estratégicas, en cambio, puede ser favorable para ambas partes. Sentarse a diseñar experiencias turísticas junto al guía es algo que pocas empresas hacen. Las agencias, al menos en estas latitudes, tampoco capacitan a los guías para llevar adelante un servicio de excelencia, que las diferencie del resto. Si lo hicieran, los empresarios no necesitarían leyes para contratar guías: lo harían por decisión propia, y el beneficio sería compartido con éstos últimos.
fuente: boletin-turistico.com/foto: navarara.es