"Serendipity"
Jueves, 30 Diciembre 2010

"Serendipity"

Serendipity es el nombre de una divertida heladería y cafetería de Manhattan, que aunque tiene precios razonables se jacta de ofrecer una copa helada a mil dólares. Pero uno de los significados de esa palabra siempre  me llamó la atención: “El que buscando un rumbo, encuentra otro que le satisface plenamente”.

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(Publicado el 10 de diciembre)

por Pedro Pausanias

Es lo que le pasó a Cristóbal Colón hace más de 500 años.
Yo nunca  he descubierto nada y no pretendo compararme con Colón, pero viajando más de una vez, perdido el rumbo, me encontré con agradables sorpresas, como le debe pasar a todo viajero.

Salir o entrar a las grandes ciudades manejando mi auto alquilado no es mi fuerte y siempre aconsejo calcular un buen lapso de tiempo para estas ocasiones.
Pero como uno nunca sigue los consejos que les damos a otros, la salida de Paris para recorrer el Valle del Loira fue una pesadilla.

Pasamos de largo por Sevres que no figuraba en nuestra ruta y cuando quise acordar estábamos frente la Catedral de Chartres, cuya silueta ya  habíamos contemplado a lo lejos.
Ni hablar como disfrutamos su visita, su frente lleno de figuras como bordadas en la piedra, su compacta arquitectura gótica, los vitrales que tanto habíamos admirado en fotos. Visitar la ciudad vieja era una tentación, pero muy satisfechos seguimos nuestro camino hasta encontrar el río, almorzar como reyes en  Chambord y dormir más modestamente en una agradable pensión de Tours.

Al otro día nos esperaban Chenonceaux,  Blois Amboise y alguno más.
No me perdí al salir de San Francisco,  para recorrer la costa hacia Carmel, pero al pasar por Palo Alto me di cuenta que estábamos en el medio del Silicon Valey, la cuna y meca de la computación. No nos costó nada encontrar el Museo Garage la antigua casa donde Dave Packard y Bill Hewlett empezaron todo.

Una visita a un lugar simbólico de nuestro tiempo, muy instructiva, dentro de lo que pude entender, pero un poco más adelante estaba San José la ciudad.com, capital del valle de la informática.
Realmente no esperaba encontrar una ciudad  con tanta oferta y de un nivel de vida tan alto. Las mejores tiendas, restaurantes para todos los gustos y no todos los bolsillos, galerías de arte y museos
como el  muy recomendable de la Innovación.

Es que, sujetas a altas y bajas, como todo el mundo San José ostentaba el índice de ingresos per cápita más alto de los Estados Unidos y las historias y relatos que  ahí se escuchan le agregan un sabor especial a una visita muy recomendable. Retornar al camino de la costa es muy sencillo.
Después de la visita a Chartres, narrada más arriba y a la Catedral de Colonia, Burgos era una visita
obligada para mi experiencia gótica, La Catedral y la Cartuja resultaban imperdibles, al igual que los recuerdos de El Cid- cuya lectura disfruté de joven, y porque negarlo, las famosas morcillas burgalesas,  rellenas de arroz

Hacia ahí salí desde Madrid, sin ningún contratiempo, el camino es recto y en buena parte conocido.
Pero a no mucha distancia el indicador para entrar a Santo de Silos despertó mi curiosidad.
En el pequeño pueblo el centro era el Monasterio. Ahí canta el coro de monjes que había ganado algún disco de oro y que el superior había retirado del camino al estrellato, por si las moscas.

Cuando llegamos había un oficio y la gente que entraba no era mucha, los fines de semana se llena.
Escuchar ahí, en cierta intimidad, ese coro fue una de las experiencias más fuertes que sentí en mis viajes.
No se mucho de música y trato de no abusar de adjetivos, pero me cautivó de inmediato, al igual ver la sencillez de los monjes que, al salir, se detenían en el atrio para conversar unos minutos, aparentemente con familiares, para luego volver a la clausura.
A la salida había un cartel que indicaba  que los oficios eran todo el día, maitines, ángelus, laudes, misa y algún otro.
Me alojé en el Hotel de enfrente, quizás el único y no me perdí ninguno. Pero me perdí Burgos.
En la región hay mucho para visitar, el propio monasterio, como en toda España, como en toda
Europa. Y los asadores castellanos, un manjar como siempre.

Manejar en Nueva York es fácil, sobre todo, los domingos, algo muy recomendable para conocer Manhattan.
Pero salir de la Isla un día de semana, en horas pico puede confirmar las dudas que uno tenga
sobre su capacidad mental.
Finalmente lo logré y atravesando unos maravillosos suburbios el Bronx, sí, del Bronx, ya estábamos camino a Boston. Ya era tarde cando visitamos y comimos algo en Newport, ese ostentoso balneario de los ricos y más ricos. Y todavía estábamos en el estado de Nueva York. Cambiamos de estado y entramos en  Connecticut.

Muy tarde y muy cansado entré a Mystic. En el pueblo no había un alma y en el primer hotel que encontré tuve que despertar al sereno. Era el Whaler Inn (Posada del Ballenero). Ahí nos dormimos sin tener mucha idea donde estábamos. Cuando me desperté y abrí las ventanas me quedé maravillado, estaba en la calle principal esquina Río Mystic.
Justo encima como en un escenario hollywoodense, pronto para rodar.
El puerto de pecadores con sus barcos de verdad, me dejó una imagen imorrable. Lo recorrimos y disfrutamos varias veces. Desayunamos y nos fuimos,
Hay un importante Museo Marítimo, pero no lo vimos, nos quedaba mucho para ver.

Un gran viajero decía: “Al llegar a una bifurcación de caminos, tome el otro.” Quizás tuviera razón. 

 

Portal de América





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