Crecimiento y desarrollo
Lunes, 13 Enero 2014 07:23

Crecimiento y desarrollo
El artículo editorial de hoy del diario El País de Montevideo es una mirada a la realidad nacional vista desde el ángulo de una corriente opuesta al actual gobierno. La transversalidad del turismo hace que todos quienes estamos involucrados en la actividad, tengamos la obligaciíon de estar informados y de conocer todas las campanas. Entendiendo que esa es la misión principal de un medio de comunicación, la de informar, lo compartimos a continuación.
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Llevamos once años de crecimiento económico ininterrumpido y con guarismos superiores al promedio histórico nacional. No hay memoria en la historia del siglo XX de un ciclo tan largo que, por cierto, no ha sido excepcional en la región: sin ir muy lejos, Argentina también ha vivido once años excepcionales, y en general toda América del Sur ha crecido fuertemente.


Hay dos razones importantes que ayudan a entender las causas de este proceso. La primera es el ingreso de China en la Organización Mundial de Comercio a fines de 2001. Hoy, ella es la segunda potencia mundial, y es el primer comprador de los productos de Sudamérica: nuestra pujanza exportadora se debe a esa fuerte demanda china de carne, soja, madera, etc. La segunda es la facilidad con la que han llegado inversiones extranjeras a toda la región por causa del largo período de bajísimas tasas de intereses en Estados Unidos.

En este esquema, los resultados estadísticos señalan que somos el país de América Latina con mayor ingreso per cápita -más de 16.000 dólares-, con una cifra algo mayor a la de Chile. La perspectiva se mantendrá para 2015: estaremos en ese año con un Producto Bruto Interno cercano a los 60.000 millones de dólares de PBI (cuando si apenas superaba los 12.000 a la salida de la crisis de 2002). Desde que hay estadísticas más confiables en el país -con los gobiernos colegiados blancos de los años sesenta- nunca hubo resultados comparados tan positivos para Uruguay.

Se abre ahora un desafío colectivo distinto y más profundo: el desarrollo. En lo económico, un país desarrollado no es solamente aquel en el que crece su renta per cápita hasta alcanzar cierto nivel de riqueza aceptable. Es también, y sobre todo, un país en el que además se aseguran la condiciones de largo plazo para la reproducción de esa riqueza, con reglas de juego que dan tranquilidad a los actores y promueven la economía de mercado. En lo social, un país desarrollado es aquel que permite la movilidad social ascendente de sus clases populares y asegura así la promesa de un bienestar futuro que se logra con esfuerzo y trabajo. En lo político, un país desarrollado conjuga sin errores el verbo de la democracia liberal y representativa, su separación de poderes y su Estado de derecho.

Alguien podrá decir que vamos camino al desarrollo, porque aquí llegan inversiones internacionales que hacen sus ganancias y creen en la economía de mercado; porque hay menos pobreza que antes, bajo desempleo, y se ha legislado en favor de minorías y de mejores condiciones de trabajo; y porque somos de las mejores democracias del mundo y, sin duda, la mejor de Sudamérica. Sin embargo, a poco que se mire más de cerca, la realidad es otra.

Lo cierto es que desde principales actores de izquierda se pone en tela de juicio la lógica de desarrollo capitalista: por ejemplo, aumentando hasta lo insoportable la presión tributaria o fomentando ocupaciones que no respetan el derecho de propiedad. También, estos años de gobiernos de izquierda han asentado una grave fractura social: hay porcentualmente hoy tan pocos pobres como los había en 1994, pero a diferencia de aquel entonces, sufren de una pésima enseñanza pública que los deja con resultados en pruebas PISA absolutamente insuficientes. En lo institucional, la izquierda pone en tela de juicio el Estado de derecho, la separación de poderes y, por cierto, la neutralidad de la Justicia.

Somos la mejor democracia de la región, pero el camino que estamos tomando es hacia un populismo a la uruguaya. Para tener un ejemplo reciente, no hay más que fijarse en los cambios en materia de propaganda electoral que introduce la llamada ley de medios y que favorecen al partido de gobierno. Ellos quieren ser aprobados por el Frente Amplio sin respetar las necesarias mayorías especiales de dos tercios en ambas Cámaras que están fijadas por la Constitución.

Llevamos una década de crecimiento económico, pero no estamos transitando caminos de desarrollo. Lejos de modernizar el funcionamiento del Estado, se lo ha dotado de mayores recursos sin por ello mejorar sustantivamente sus tareas en dos dimensiones claves para cualquier país que quiera asegurarse su crecimiento y su cohesión social de largo plazo: seguridad y educación.

Es por todo esto que la cuestión del desarrollo tiene que ser protagonista en este año electoral.

Portal de América

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