El dilema del humo
Domingo, 29 Septiembre 2013 21:36

El dilema del humo
Francamente, como no fumador, me siento muy confuso. Nos han vendido durante años que la ausencia de humo de tabaco es bueno para la salud, y que el tabaco nos costaba a todos enormes cifras de dinero para cubrir los costes de los tratamientos de los afectados por el humo. También nos dijeron que podíamos ser fumadores pasivos por el solo hecho de permanecer en ambientes junto con fumadores practicantes.
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por  Lluis Mesalles

Ahora, después de unas cuantas decisiones políticas drásticas, parece que hay un cierto interés en revocar estas medidas, sugiriendo que el tabaco puede ser perjudicial para la salud pero muy beneficioso para la economía. Un empresario de Las vegas está emplazando al Gobierno español a autorizar que en sus casinos se permita fumar, so pena de llevarse sus enormes inversiones a otros lugares. Y para mas, el estado es el principal vendedor de tabaco del país, y su único distribuidor autorizado.

El dilema es muy duro. Nos mantenemos en lo que gobiernos anteriores dictaron que debíamos acatar, eliminando totalmente el humo del tabaco de los lugares públicos cerrados, y relegándolo a las soleadas y muy agradables terrazas de los café, bares y restaurantes de todo el país.

O nos olvidamos de estas estrictas reglas y permitimos nuevamente a quien quiera fumar en lugares cerrados, especialmente habilitados para ello.

Una cuestión de principios, una cuestión de incomprensible dictadura política, tan solo justificada por el afán de poder de algunos, dictando lo que debíamos o podíamos hacer o no hacer. Una forma de reglamentar nuestras vías de escape de la crisis, por el ocio y el relajante placer.

¿No sería mejor aumentar considerablemente los impuestos al tabaco, y que los fumadores se hicieran cargo más directamente de unos seguros sanitarios para cuidar sus enfermedades previsibles futuras? En algunos países así lo hacen, y los resultados no son peores que en nuestro caso.

Otra idea sería inventar un carnet de fumador, que autorizaría a su portador a ejercer su derecho a fumar en los lugares autorizados. Seguro que algún político sacaría punta a esta idea, regalando carnets de fumador a sus afiliados y simpatizantes.

O lo mejor, como se ha hecho en algunos países, llamar a un referéndum nacional. Queremos que se pueda fumar, sí o no. Si la respuesta fuera no, el gobierno podría cerrar toda su red de distribución monopólica, sus fábricas y almacenes. Si fuera sí, debería permitir el libre comercio del tabaco, eliminando su monopolio y abriendo las puertas del país a los fumadores de todo el mundo.

Seguro que esta última medida permitiría crear una red de establecimientos sanitarios dedicados al tratamiento del tabaquismo y sus secuelas, creando un nuevo segmento turístico, el de la salud correctora de los efectos del tabaco.

Portal de América - Fuente: www.boletin-turistico.com

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