Pese a robos y bombas se seguirá viajando
Jueves, 25 Abril 2013 09:44
Nos aprestábamos a remitir nuestra Carta de Uruguay, cuando recibimos la perturbadora noticia del atentado en Boston. Con el título “Ladrones en el Louvre” nos referíamos a la denuncia por el aumento de robos a los visitantes del Museo más concurrido del mundo, destacando como la noticia había sido tratada por la prensa con sobriedad, sin escándalos ni sensacionalismos y se habían tomado efectivas medidas preventivas con rapidez.
Aprovechamos, además, para condenar a cierta prensa ante casos similares, para sacar algún rédito en la “competencia de destinos”. Pero todo esto pierde sentido frente al brutal atentado contra la Maratón de Boston, un acontecimiento deportivo-turístico de primera magnitud. Más allá de la tragedia humana, desde el punto de vista profesional, que para eso escribimos en este Boletín Turístico, lo primero que recordamos fue el atentado de 11-S y como perjudicó a tantos colegas de todo el mundo.
por Damián Argul
No es fácil escribir sobre temas de seguridad, especialmente cuando atañen a la integridad física de las personas. Una cosa es decir “Si vas al Louvre tené cuidado con los carteristas (pickpockets o pungas, como decimos por acá) y otra es decir “andá a tal ciudad o tal evento que no te va a pasar nada”.
Para facilitar nuestra tarea recurrimos a lo que escribiera Wendy Peerin, una de las principales editoras de Condé Nast Traveler. En su más reciente post dice así: "Ahora, casi 12 años después del 9/11, ¿no es cierto que todos nos hemos vuelto mucho más aclimatados al hecho de que cualquier cosa puede ocurrir en cualquier lugar en cualquier momento? El riesgo de un ataque terrorista es sólo una parte de la nueva normalidad. Usted podría estar en un rascacielos en Nueva York, en un club nocturno en Bali, en una estación de tren en Madrid, en un teatro de Moscú, en un centro turístico en África, en el metro de Londres, o en una esquina en Boston, y ser víctima de un ataque terrorista.”
Finalmente Perrin agrega que las posibilidades de tener un inconveniente son, estadísticamente, mayores las que pueden ocurrir en el traslado al aeropuerto, que en el propio viaje. Y viajar es una experiencia tan gratificante, que no podemos renunciar a ella por quedarnos en un lugar supuestamente más seguro.
Es otra de las decisiones que debemos tomar frente a esta “nueva normalidad”.
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