por Javier Mato

La situación delicada de Iberia tiene dos causas: por un lado, la propia situación competitiva en relación a los otros operadores y, en segundo lugar, la crisis en el mercado en el que opera, fundamentalmente España.

En el primer caso, Iberia vive una situación crítica en su negocio regional europeo, especialmente más grave en el interior español. Algo que British Airways también conoce y ha sufrido, hasta que se adaptó a la situación reduciendo considerablemente su actividad. Aquí el problema tiene dos orígenes: por un lado la competencia durísima de las ‘low cost’ y, por otro, la terrible e insoportable situación interior de la compañía, donde los privilegios históricos de algunos colectivos están poniendo en peligro el funcionamiento de la empresa. En todo caso, es importante recordar que esta crisis sólo afecta al negocio europeo, porque la salud de los servicios con Latinoamérica, donde la compañía española tiene poca competencia y aún puede aplicar precios bastante más elevados que los de otras rutas similares, es aún remarcable.

La segunda parte del problema de Iberia simplemente no tiene solución: España. Una compañía que tiene su negocio basado en este país no puede evitar sufrir las consecuencias de la crisis económica terrible que azota a todos sus habitantes y que no tiene indicios de remitir al menos en un futuro muy cercano. IAG podrá hacer muchas maravillas, pero no logrará evitar que la compañía española se sustraiga de este clima que afecta a todas las ramas del negocio pero, especialmente, al viajero business, que eran aquellos que se habían mostrado más resistentes a la migración hacia la nueva oferta ‘low cost’.

La reestructuración de la compañía será dura, seguramente, y supondrá un replanteamiento de la estrategia que, con toda probabilidad, la centrará en el mercado transoceánico, con una presencia europea y española casi como complemento de aquel negocio. Esto supondrá con seguridad una pérdida de empleos y una conflictividad que la compañía tendrá que manejar con cuidado, so pena de arriesgar sus perspectivas de futuro.

El envite es peligroso, pero la compañía no puede sobrevivir con números rojos y, como todos entendemos, España no presenta un panorama prometedor.

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