En Pueblo Edén, de puertas abiertas
Domingo, 27 Octubre 2013

Pablo Oliva recuerda sus vivencias en Pueblo Edén, Uruguay. El músico presenta su último disco, “Un suspiro antes de escapar”, el 9/11 a las 21, En Samsung Studio, Pasaje 5 de julio 444, San Telmo.
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Fuimos con mi mujer y mi hijo de tres años en búsqueda de un lugar nuevo que nos diera paz y la sensación de estar en el medio de la nada. Salimos rumbo a Pueblo Edén, en el departamento de Maldonado, Uruguay, con muchas preguntas e incógnitas sobre el paisaje que nos íbamos a encontrar. Un tío mío, pintor, nos había hablado de este lugar, así fue como decidimos ir a descubrirlo.

El camino desde Fray Bentos, ya en Uruguay, es muy lindo. Un paisaje de campos verdes y pueblos que parecen quedados en el tiempo. Por la tarde, la gente sale de sus casas para tomar mate, con una sonrisa en la cara que te contagia paz.

Cruzamos todo el interior de Uruguay hasta llegar a la ruta 9 que lleva a Brasil, si es que uno decide seguir, pero doblamos en la ruta 12: en ese punto comenzamos a tener una idea del lugar hacia donde íbamos, porque el paisaje empieza a mezclar el campo con las sierras y hay mucho relieve; entre ese relieve aparecen pequeñas lagunas y rocas mezclándose con el verde, un lugar increíble.

A unos 12 kilómetros apareció, a mano izquierda, la entrada de Pueblo Edén. Se pasa por un puente pequeño y lo primero que se ven son carteles de bienvenida. Hay uno que nos encantó, que decía “slow town”, y quiere decir pueblo lento.

Son todas casitas muy lindas hechas de madera y pintadas con mucho color, en contraste con las sierras atrás y el verde. El pueblo está metido dentro de un valle y lo rodea este relieve que sube y baja, las sierras de colores verdes y amarillos. Hay una sola plaza y pocas veces vi un lugar tan prolijo y lindo en un pueblo tan chico. Era como estar en un jardín con los árboles y el césped cuidados a la perfección.

Nos quedamos unos siete días y no me olvido nunca más de la sensación de dormir ahí. A la noche miraba el cielo y, al principio, uno siente que se mete adentro; es muy fuerte estar en un lugar tan alejado del ruido y de las luces artificiales: se ven muchísimas más estrellas.

Desde el pueblo, se ve que en un cordón de las sierras hay unos diez molinos que producen energía eólica, algo que te da la sensación de estar en un video de Pink Floyd. De paso, ¡recomiendo caminar mientras se escucha buena música!

En la entrada del pueblo cruzando la ruta hay una entrada de piedra que lleva a un camino en subida. Se llama la Ruta del Olivo y está llena de plantaciones. Los paisajes van cambiando: diferentes relieves, diferentes escenarios. Vivimos muchos momentos en los que la sensación es de estar realmente perdido en el mundo. Un lugar único, que recorrimos a pie y a caballo.

Encontramos en Edén lo que buscábamos. Y qué difícil se nos hizo dejarlo para volver a la ciudad. Sin dudas, mi lugar preferido está relativamente cerca de Buenos Aires.

Portal de América - Fuente: www.clarin.com

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