por Eliseo Sequeira, de su viaje a Piriápolis
Pero el ser humano propone y el clima (técnicamente: tiempo atmosférico) dispone. Poco después de las 17 horas, esto es, poco antes de iniciarse la corrida y poco después de iniciado Piria Alive, se produjo un intensísimo chaparrón, acompañado por rachas de viento lo que amenazó con suspender ambas actividades.
La tormenta duró apenas 10 o 15 minutos, y con la misma rapidez que el cielo se cubrió de nubes, el sol volvió a salir.
Como se había difundido que se iba a suspender la carrera de los más pequeños, vimos que no todos los chicos estaban en la largada. Pero al escuchar la algarabía, todos salieron corriendo con sus camisetas con los correspondientes números desde donde estuvieran (autos, comercios, junto a sus familiares). Sus caritas emocionadas eran más que elocuentes.
De regreso al Castillo vimos que el estacionamiento habilitado a la derecha de la entrada principal estaba con más de la mitad de su capacidad colmada. El personal de vigilancia informó que más de 1.500 personas (se entregaban pulseras de seguridad) estaban o habían pasado por el evento. Sobre ruta 37, varios efectivos de policía de tránsito ordenaban el flujo vehicular.
Poco después de las 20 horas volvimos al centro. Nos encontramos con una ciudad con el tránsito colapsado. Claro, a los 3.500 participantes de la doble San Antonio se le sumaban sus familiares y amigos. Habían vehículos estacionados en ambas aceras en todas las calles de la ciudad, por lo menos hasta 6 o 7 cuadras de la rambla. Durante la hora que estuve estacionado pude observar que la gente estaba en tren de disfrute. Ni una bocina, ni un grito, ni un reproche, a pesar que la estrechez a que se habían reducido las calles obligaba a esperas de 5 a 7 minutos para retomar el tránsito en uno u otro sentido.
Nos quedaba la sorpesa del regreso. El colapso de la ruta 37 y los estacionamientos. Hubo que habilitar un tercer predio donde estacionar, pues los otros dos no tenían lugar. Autos parados al costado de la ruta. A los policías de tránsito se le habían sumado varios inspectores de la intendencia, y entre todos ponían orden en el caos de la ruta. En el interior del predio, incluídos los estacionamientos, el personal de vigilancia hacía otro tanto. Pasadas las 22 horas, después del visitante 4.000, perdimos la cuenta...
En el predio lleno de gente, tanto los foodtrucks, como los locales gastronómicos y comerciales trabajaron a pleno. Para los participantes de la San Antonio, fue un final de día diferente. Para los demás, un dos por uno sin costo, más que el traslado, pues si no tenían vehículo las frecuencias de ómnibus que pasan por la ruta estaban reforzadas. Una diseñadora que tiene local en la ciudad y puso uno en el evento comentó que había vendido más en este último.
Después de las 24 horas el predio del Castillo comenzó a vaciarse.
Al final del día hubo satisfacción generalizada, los equipos organizadores de ambos eventos y la ciudad ya que se confirmó una opción diferente al clásico sol y playa.
Por ello el título, Piriápolis se vistió de fiesta y disfrutó...a pesar del chaparrón.
A continuación algunas imágenes de Silvana Brustia, del equipo de organización del Piria Alive.

El frente del predio del castillo a la ruta 37. El Circo Tranzat se quedó por el evento, hacía una función al día, "a la gorra". El sábado hizo 3 funciones a lleno total, 900 personas, ese día en Piriápolis todo sumaba.

Uno de los foodtrucks, de día.

Una vista de parte del área gastronómica, de noche.

El escenario, prontos a empezar el espectáculo.

El escenariom de noche, desde la terraza del castillo.

Otra vista nocturna del escenario.

La puesta de sol desde la terraza del castillo.

Largada de la doble San Antonio niños.

Llegada doble San Antonio 8K. Fuente: indirecto.com.uy.
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