Esta preferencia busca muy especialmente los grandes chefs, chefs tres estrellas Michelin, los que figuran en la lista San Pellegrino u otras publicaciones especializadas.
Nombres como los de Heston Blumenthal, Juan María Arzak, Michel Bras, Yoshihiro Narisawa o Ferrán Adriá son algunos de los que figuran en ese firmamento, como por lo que aquí pasa con Francis Mallman, que reina en la región de José Ignacio-Garzón y todo Punta del Este.
Al igual que los llamados “starchitects (arquitectos estrellas) poco importa su nacionalidad y formación,
si no su obra y creatividad, por eso Ghery construye en España y Mondeo en EEUU. Rafael Víñoli realiza importantes obras en Japón y Tadao Ando por todo el mundo.
Es como una nueva identidad.
No se renuncia a la identidad nacional, (“nuestra identidad”) sino que surge una nueva y poderosa.
Algo así pasa en el futbol donde un club puede casi no tener jugadores de su propio país, ya que saben que las estrellas y no su nacionalidad les permiten obtener buenos resultados deportivos y económicos.
A todos nos gusta una feijoada, un caldillo de mariscos, un chivito o un cordero patagónico.
Seguramente solo una minoría de los viajeros se sientan a la mesa de estos grandes chefs, pero estos son los nombres que atraen.
Recordamos el tradicional “ cochinillo de Cándido” que llevaba más gente a Segovia que su histórico Acueducto, pero nunca conocimos una excursión radial de Madrid, que llevaran ahí a sus turistas.
Iban por el cochinillo a sucedáneos más acordes al precio del billete.
Por eso todo centro turístico que desee mejorar su oferta, debe contemplar la incorporación de estrellas de la nueva identidad global de la gastronomía. Un esfuerzo, que en algunos casos, debería encararse en forma colectiva.
Portal de América/foto: recetasdiarias.com





