Es una situación que llama poderosamente la atención y que no podría haber sido siquiera sospechada antes que se convirtiese en realidad.
Al igual que su padre Pablo, su hermano del mismo nombre es empresario futbolístico y hace algún tiempo había ofrecido a la AUF, Asociación Uruguaya de Fútbol, este partido, según trascendió, por el mismo caché que cobrará hoy.
Existe un contrato de la AUF con la empresa Tenfield que detenta los derechos de trasmisión por TV del fútbol uruguayo, propiedad de Francisco Casal quien cuenta entre sus socios, por ejemplo a Enzo Francescoli y Nelson Gutiérrez, por el cual, ésta tiene derecho a organizar algunos partidos por año para la selección que obtuvo el cuarto puesto en el último mundial de Sudáfrica.
Por ese contrato, Tenfield habría hecho valer sus derechos, desplazando a Pablo Forlán hijo de la posibilidad de venderle el partido con Uruguay a Indonesia, provocando como es entendible, el malestar en la familia Forlán.
Por esa causa, el considerado mejor jugador de la COPA FIFA 2010, rostro visible de la campaña publicitaria de Uruguay para atraer turismo, decidió no acudir a la conocatoria y no viajó a Yakarta.
Más allá que es muy entendible la situación, descontando la corrección y la excelente imagen personal y familiar de Diego y que el hecho, aparentemente no tendrá consecuencias en la interna del equipo, desde donde ya se han oído voces de apoyo al jugador, hay un claro perjudicado: Uruguay, más precisamente, su Ministerio de Turismo y Deporte.
No es nuevo que haya una controversia por intereses económicos en el fútbol uruguayo y mucho menos que la misma, tenga como protagonista una vez más, al Grupo Casal.
Son las pequeñas grandes cosas que nos separan mucho de la posibilidad de llegar a ser un país de primera, como lo quiere este gobierno y obviamente, todos los bien nacidos en este país.
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