Brasil

Los años de "amor profundo", de los gobiernos del FA con los de Lula fundamentalmente y aún con Roussef, ya son cosa del pasado y a partir del 2018, hemos tenido que adecuarnos a la realidad de tener al lado a un gigante imperial, conducido por un liberal a ultranza, de origen militar, con una personalidad muy fuerte, poco común y escasamente diplomática, como lo que representa Jair Bolsonaro. El gran agravante que tuvo este período de coexistencia entre los gobiernos Bolsonaro/Vázquez, fue el posicionamiento previo a las elecciones en Brasil de integrantes del gobierno uruguayo -nada menos que el Canciller Nin Novoa y la ministro de Turismo Kechichian, los cuales no nos dejaron bien parados -más bien todo lo contrario-, mientras que lo positivo fue quizás el inteligente perfil bajo de Vázquez al respecto, haciendo que el relacionamiento bilateral, fuese transcurriendo como "haciendo la plancha".

Recientemente hubo manifestaciones de Bolsonaro haciendo ver que deseaba el triunfo de Lacalle Pou en las elecciones uruguayas, razón por la cual el gobierno del FA se mostró molesto y llamó al Embajador del país norteño a dar explicaciones. Por su parte Lula, liberado ¿transitoriamente?, de prisión, le pidió a Dios que gane Martínez. En este caso por razones obvias, la contrapartida de los ofendidos tuvo apenas lugar en las redes sociales y en los corrillos partidarios, amistosos o familiares.

De acuerdo a "como viene la mano", si gana Lacalle el 24/11, el relacionamiento con Brasil pasaría a tener los mejores indicadores, las condicionantes más favorables y ello no es para nada poca cosa. Brasil es uno de los dos mejores clientes que tenemos y obviamente que las posibilidades de crecimiento del volumen de intercambio tiene todo a favor para crecer con un techo bastante alto. Por otra parte, se conformaría un eje del Cono Sur de muchas similitudes ideológicas, contornando a la preocupante -a priori-, realidad argentina que se instalará a partir del próximo 10 de diciembre.

Argentina

El gobierno de Macri, a pesar de las diferencias ideológicas, facilitó realmente la tarea al gobierno uruguayo, eliminando trabas, favoreciendo acuerdos y -mientras pudo-, convirtiéndose en solvente mercado emisor de turismo hacia nuestras costas.

El gobierno que viene, el de Alberto Fernández (digamos que ese es el orden, aunque...)y Cristina Fernández, ya tiene antecedentes con respecto a Uruguay, que la historia reciente indica que fueron ampliamente negativos para nuestros intereses. No solamente nos bloquearon los puentes, fueron decisivos en la herida de muerte de nuestra exaerolínea Pluna y en la merma de nuestras exportaciones hacia ese mercado.

El panorama no es para nada alentador, en esta jornada llega un "convidado de piedra", nada menos que el presidente electo Alberto Fernández. llega luego de haber expresado públicamente sus coincidencias con Martínez y también -aunque más lejano en el tiempo-, luego de haber afirmado a la prensa que "la valija de Antonini Wilson decomisada en Ezeiza, repleta de dólares venía para Uruguay".

Hay versiones encomtradas respecto a la causa de esta visita tan especial.

El diario Clarín informó ayer que Fernández viajaba invitado por Tabaré Vázquez, para que se involucrara con la campaña electoral de cara al 24 de noviembre, coordinando una entrevista con él mismo y un almuerzo con el candidato oficialista Daniel Martínez.

Infobae dice hoy mismo: "El martes pasado sonó el teléfono principal de las oficinas que Alberto Fernández tiene en Puerto Madero: se trataba del presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, que invitaba al presidente electo argentino a sumarse a la campaña electoral de Daniel Martínez, el candidato del Frente Amplio".

Si las versiones de Clarín e Infobae son correctas, se trataría del más grueso intento de intervencionismo inadecuado de la institución presidencial en la campaña electoral.

Si por el contrario, el motivo verdadero es que -como argumenta Presidencia de la República hoy-, el viaje es una iniciativa del propio Fernández, se comete el grueso error de no solicitarle, amablemente, cotésmente, políticamente por parte de nuestro presidente, que postergase esa visita hasta después del 24/11, para no interferir en la campaña electoral, como lo indica no solamente la constitución, sino el sentido común.

Contrariamente a lo que ocurre con Brasil, el peor escenario -de ganar Lacalle, como es casi un hecho-, se daría en el relacionamiento con el gobierno de Fernández- Fernández. Lo positivo -aunque quizás no alcance-, fue la postura inteligente del candidato nacionalista cuando visitó Buenos Aires hace poco tiempo y desde el Alvear Palace se anticipó a los hechos (no habían ocurrido las elecciones argentinas), anunciando que estaba dispuesto a dialogar y a trabajar en conjunto con el gobierno argentino si él era el nuevo presidente uruguayo, "ganase quien ganase".

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