Mirando hacia adentro
Desde hace algún tiempo venimos reiterando nuestra posición clara y contundente, debemos prescindir de un organismo con rango ministerial para el turismo, no se justifica, y mucho menos se puede seguir sosteniendo una entidad que es arteramente aprovechada para la promoción de sus cuadros jerárquicos y para la propaganda política del partido de gobierno de turno.
En Uruguay además, en el aprovechamiento premeditado e intencional de la coyuntura, en la que a nadie de fuera de la actividad (léase mundillo político y mediático) le importa demasiado el turismo y que en general, son muy pocos quienes lo entienden, quienes saben analizarlo, por lo que los funcionarios de turno pueden llegar a decir la barrabasada más gigantesca que difícilmente alguien le saldrá al cruce (salvo nosotros y alguno más), ni pondrá en tela de juicio sus dichos, aún cuando sigan sumando sin solución de continuidad, sus exagerados datos estadísticos respecto al ingreso de turistas, de divisas y a la generación de empleo directo, los tres temas en los que la falacia está a la orden del día.
Qué hacer
Además de la sustitución del ministerio por una Secretaría dependiente de algún ministerio o de presidencia, o en su defecto y hasta mejor aún, por una empresa pública de derecho privado dedicada exclusivamente al control de la regulación vigente y a la promoción de estrategias derivadas de un Plan Nacional de Turismo elaborado por el empresariado, con la participación elemental de consultores apropiados, debe operarse un cambio radical también en la actividad privada. Llegar a la creación de la imprescindible Entidad Supra, que nuclee a los verdaderos empresarios a los que involucraría una actividad receptiva consistente, los cuales no son apenas los hoteleros y los operadores turísticos convencionales. Deben integrarse las constructoras; los frigoríficos; las embotelladoras de bebidas; los bancos emisores del plástico; los concesionarios aeroportuarios y portuarios; los transportistas en general; los casinos; los free shops; los empresarios de espectáculos y demás.
Aún superando el nuevo drama de las cianobacterias (al parecer poco probable), el producto "estrella" e histórico de nuestro turismo receptivo, el de Sol y Playa, está condenado sino a desaparecer, al menos a minimizarse de tal forma que pasaría a ser poco significativo. El cambio climático que es una realidad y el cambio en las costumbres, están reclamando a los gritos opciones atractivas para el ocio y el entretenimiento en las vacaciones. Mal que le pese al conservadurismo enquistado, tan uruguayo como la viveza criolla y la garra charrúa,, ya sabemos que techar toda la costa y colocar ventanales gigantes que amainen el viento del mar, es imposible,por lo tanto, ha llegado la hora de construir paradores multipropósito; parques de atracciones; estadios para diferentes disciplinas deportivas que posibiliten la llegada de grandes torneos, pruebas y/o circuitos internacionales.
Los megaeventos artísticos y culturales deberán tener un calendario que abarque varios años.
El turismo de reuniones e incentivos, deberá ser atendido con real celo profesional y proyectarlo al futuro.
Hay que cambiar el trompo y la bolita por los dispositivos inteligentes
No podemos seguir inflando -basados en el ojímetro-, los números nacionales.
Si no tenemos la suficiente capacidad de instrumentar -luego de una década de intentos-, la Cuenta Satélite de Turismo, al menos reconozcámoslo y demos paso a la ciencia para que pueda generarle un software creíble a Migraciones, para que sepamos algún día, el real valor del turismo receptivo.
Año electoral
El panorama es negro oscuro. Todos quienes nos han consultado algún punto acerca de los planes de turismo de las diversas corrientes en pugna, nos han hecho un comentario absolutamente coincidente: no hay planes ni hay gente. Pasa en todos los partidos. Oportunamente informamos acerca del único plan de turismo anunciado públicamente (Partido de la Gente), pero como seguramente no será la fuerza política que llegue al poder, es que decimos que no soplan para nada, buenos vientos.
Portal de América