Esa cifra es científicamente indemostrable y la culpa no es de nadie sino de su propia fuerza política y de él mismo, que durante su primer mandato debe haber firmado la partida que se dijo en su momento alcanzaba los 600 mil dólares para poner a andar la Cuenta Satélite de Turismo, la cual es otra gran mentira (por ausencia) a pesar que en algún momento también se quiso "hacer pasar" desde el Mintur como que estaba.

También el 1 de marzo, El País publica una nota en la que entre otros, declara el Contador Juan Martínez Escrich, Presidente de la Cámara de Turismo y de la Asociación de Hoteles y Restaurantes del Uruguay en la que indicó "que pese a que aumentaron los turistas argentinos el "gasto por persona ha sido menor". Aseguró que los "precios y tarifas (de los servicios uruguayos) han sido más bajos en dólares".

Entonces, ¿de qué estamos hablando?, ¿a quién le interesa que venga más gente si gasta menos?.

¿Ponemos nuestro suelo y toda la infraestructura para que vengan más y gasten menos?, ¿cuál es el negocio? y además, si es así, ¿cuál es el motivo por el que el presidente "elige" solo la supuesta parte buena ("más de tres millones de turistas") y no habla de la otra parte?.

Ya pasó entre fines del pasado y principios de este siglo en el Mediterráneo donde se comenzó a tener conciencia de lo nocivo que era el excesivo ingreso de turismo para el medio ambiente.

En icónico destinos mundiales como el Machu Picchu se está tomando previsión por la misma causa.

Seguimos sin definir qué Punta del Este queremos y si continuaremos directo a la Marbellización con sobredosis de hormigón.

No nos ponemos de acuerdo en si queremos que nuestro principal balneario sea de lujo o masivo y mientras tanto, hasta las máximas autoridades se enojan si se cobra 150 o 200 pesos una botellita de agua en las playas más exclusivas o dos mil pesos una milanesa en un restaurante, pero tampoco se define que los servicios sean de lujo o masivos, entonces se cobra el agua corriente como si fuera de lujo y se brinda el servicio como si fuera masivo.

Mientras todo esto ocurre, seguimos sin tener un congreso nacional de turismo, seguimos sin debatir las causas que están llevando a la pauperización del negocio y lo que es peor, segumos dejando que a la actividad le marquen el ritmo los gobernantes y conviertan sus inexactitudes vomitadas en verdades sagradas por la simple razón que nadie las pone en duda. Salvo nosotros, obviamente, por lo cual pasamos a ser opositores, tirabombas o simplemente, locos.

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