Nostalgias del finde, a mi manera
Viernes, 21 Agosto 2015 12:02

Zum Zum, palabras mayores Zum Zum, palabras mayores
Este 24 de agosto, víspera de un nuevo aniversario (190°) de la Declaratoria de la Independencia y por ende feriado no laborable, en Uruguay como hace ya varias décadas celebraremos una vez más a la nostalgia. Esta movida comenzó hace casi cuatro décadas impulsada por Pablo Lecueder y en la actualidad es Fiesta Nacional. No queda prácticamente nadie en su casa y todos festejamos al compás de los grandes éxitos musicales de Queen, Simon and Garfunkel, Cat Stevens, The Beatles, Dire Straits, Supertramp, Elvis Presley, Barry Manilow, Bee Gees; John Travolta pero también del Club del Clan; Los Iracundos; Soda Stéreo; Los Redonditos; Los Shaker´s; Los Wawancó o la Sonora Borinquen entre muchísimos otros.
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por Sergio Antonio Herrera, desde Salinas, Uruguay

Y como me pasa cada año, proceso mis nostalgias a mi manera y pongo a funcionar la memoria y recuerdo y comparo y me emociono e invariablemente, me asalta la incredulidad.

El único sobreviviente de la clásica esquina: el Facal. Había que esperar mesa para comer los exquisitos chivitos

"Veo" a la esquina de 18 de julio y Yi con cuatro bares: el Latino; Sokos; el Chivito de Oro y el único sobreviviente: el Facal un sábado de noche repletos y la caminata por la principal avenida de señoras elegantemente vestidas y con sus mejores alhajas, del brazo de caballeros convenientemente ataviados y algunos pasos más adelante algunos de sus hijos o hijas solos o en pareja pero "curtiendo" aquellas saludables y edificantes salidas familiares que culminaban quizás en alguno de los nombrados establecimientos saboreando pizzas, chivitos o sandwiches calientes o panchos y húngaras en La Pasiva de Ejido o las incomparables milanesas de La Vascongada. Todo acompañado con refrescos o una cervecita. No abundaba el vino en esas mesas, no era costumbre, quizás la razón era su calidad de "lija pura", intomables.

Si hay algo que no evoco, no echo de menos y por el contrario celebro su evolución, es la calidad del vino uruguayo. Vinos son los de ahora, no los de antes.

Con "la barra", partíamos desde el Latino o a veces desde Papito (18 y Río Negro) hacia Pocitos, Punta Carretas o Carrasco, dependiendo del boliche de "onda" al que íbamos. Era el día de salida "oficial" con la pareja del momento la mayoría, o con la novia verdadera los menos pero siempre en pareja, no se podía entrar solo... y el destino: Sukata; Zum Zum; Tom Tom Metek; Dominique; El Mar de la Tranquilidad; Lancelot entre otros.

No había celular, las agendas eran de papel y el "soltero" debía coordinar muy bien y con la debida anticipación la compañera de salida para el sábado. Llamar el viernes "a lo mejor del ranking" podía significar encontrarse con un "no puedo" o "no voy a estar" (aunque después la viéramos en el mismo boliche) y muchos, antes de resignarse al "bagayo" preferían (preferíamos) optar por "trillar" temprano, lo cual agregaba mucha adrenalina pero, no aseguraba nada.

El trille habitual era a pie y por 18 de Julio o por la Rambla cuando el clima lo ameritaba pero...con auto había más chance (eso no cambió ¿verdad?, lo del auto digo...). Siempre alguno de la barra tenía coche (generalmente del viejo), un Hillman, un Ford Prefect o el clásico del 37, nada de "Bembas" ni Mercedes y "era el que iba en idem" ya que el compañero de "levante" era el que debía, una vez elegido el objetivo, bajarse a "chamuyar" para conseguir compañía para si mismo y para quien estaba al volante. Mi primer coche lo pude comprar recién a los cuatro años de casado...de modo que...

Había un clásico infalible (con todo lo que el adjetivo significa) pero más de "entre semana" y de "trampa". El que diga que nunca fue a A Baiuca seguramente se perdió una experiencia como pocas. Era un lugar en el que se sentía mucho y se veía muy poco, además, sólo pasaban "lentas"...

Algunos conservaban (conservábamos) la costumbre del saco y corbata para estas salidas, no obligatoria pero si incorporada de la anterior experiencia de los bailes estilo Montevideo Rowing los más "chetos" hasta los más populares como Casa de Galicia o el increíble Platense Patín Club. Comenzaban a aparecer los pantalones oxford con enormes botamangas, los sacos entallados, las remeras de marca y era raro el pelo corto. Ellas, de largo, de minifaldas o de hot pants y con abundantes cabelleras...

A propósito, en aquellos bailes beber Espinillar era tener status, lo usual era la Caña Añeja o la Especial, del whisky ni noticias. Ya en los boliches (para nosotros y en la época boites, aunque ahora todos se mueran de risa)había más refinamiento y por ende la familiaridad con los nuevos nombres: Destornillador; Negroni; Bloody Mary y ahí sí, el escocés con hielo ya que el whisky Ancap como los vinos, era inabordable.

"La previa", aunque ninguno supiera que así se llamaría varias décadas adelante, la hacíamos a partir de las 21 o 22 "haciendo base", comiendo algo con refrescos o cerveza, el verdadero primer trago era en el boliche. Podíamos salir un tanto "pasados" si la noche era muy larga (hasta las 2 o 3 de la madrugada) pero lo habitual era llegar "frescos" a bailar y/o...

Teníamos adicciones... desde más o menos las 23 cuando llegábamos al boliche hasta que nos íbamos, solíamos tener la copa servida, por lo tanto, mínimo 4 o 5 Caballito o Jhony Rojo (tampoco la pavada) marchaban y "la merca" se fue perfeccionando: del Master o Richmond rubios o La Paz, Republicana u Oxi Bithué negros sin filtro, fuimos pasando a los Coronado o Nevada con filtro y si viajábamos aparecía algún Kent, Marlboro o Gitannes.

La evolución también se dio en el encendido, de los fósforos Victoria a los encendedores Zippo o Ronson.

El domingo, luego de haber dormido "la mona", el almuerzo familiar y la salida para el Estadio en donde entrábamos a la tribuna que elegíamos de acuerdo al bolsillo y no al color de la camiseta y veíamos los partidos sentados como corresponde y nadie cantaba ni saltaba. ¿Qué era aburrido?, puede ser, ¡pero cuánto más civilizado! y compartible.

Si hacía calor la cerveza no faltaba y si había apetito, los chorizos era al pan de verdad y no a la tortuga. El café era Sorocabana, los helados, Conaprole y los postres, Chajá.

"¿Llevás documentos y pañuelo?" preguntaban los padres y recomendaban: "no vuelvas muy tarde".

Y aunque no fuese temprano, volvíamos, seguramente, porque si había "lío", el riesgo mayor era un ojo negro y no una bala en el cuerpo.

Portal de América

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