Y pensar que hubo quienes decían que no les gustaba su arte
Lunes, 24 Febrero 2014

Y pensar que hubo quienes decían que no les gustaba su arte
"Lo evocaremos en cada cuadro suyo, en cada libro, en cada sol, en cada tambor, en cada talismán, en cada pelota, en cada gol uruguayo", dijo el Maestro Oscar Washington Tabárez refiriéndose a Don Carlos Páez Vilaró este lunes 24 de febrero, el día que este grandioso uruguayo eligió para irse.
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El Boeing 737 de Pluna pintado por él.

Una vez tuvimos la inmensa satisfacción y el gran privilegio de saludarlo, de estrechar su mano. Fue un rato después de uno de esos momentos mágicos que él inventó en Casapueblo para cada puesta de sol. No recordamos y no importa nada cual era el motivo de esa convocatoria que nos había hecho Ramón de Isequilla, quien seguramente se estará escondiendo en los rincones para esconder el lagrimeo.

Don Carlos, paralelamente a su obra artística construyó una historia de vida digna de los libros y películas que seguramente vendrán.

Emblema de Punta del Este y de su Uruguay, fue sin lugar a dudas, ciudadano del mundo y sin perder un ápice del glamour innato, fue también un lubolo más de Morenada, otro Silva de C1080.

Solamente él pudo haber imaginado Casapueblo, solamente Casapueblo pudo tener un creador como él, solamente Uruguay tiene esa delicia blanca que no precisa ningún sobreimpreso para decir quien es en cualquier parte del mundo, en cualquier folleto o video o simplemente, en cualquier foto tomada por un visitante.

Otro uruguayo grande de nuestra actividad y de la vida, el entrañable Perucho Argul lo destacó siempre, junto a su obra máxima, de la que siempre dijo era el ícono del turismo uruguayo.

Además de haber sido ese admirado "monstruo" a quien homenajea su hijo Carlitos por su vida, sus logros, su historia, precisamente por él, dio el mensaje más notable de amor paterno que podamos recordar cuando sostenía que había vida en la Cordillera y nunca dejó de buscarlo, hasta que lo recuperó.

Uruguay todo y su amada Punta es especial, seguramente propiciarán el consenso para encontrar un modo de homenaje perenne a su memoria y en ese tributo, el turismo no puede estar ausente.

Queremos despedirlo con una anécdota que nos contó Alejandro Spera, hoy en nuestro equipo, ex Jefe de Cabina de Pluna integrante de la tripulación del histórico vuelo Montreal-Montevideo que arribó con el primer Bombardier aquel 14 de marzo de 2008 en el que también veníamos nosotros.

"Me tocó turno en un vuelo desde Aeroparque a Punta del Este y entre los pasajeros venía Páez Vilaró. Fue cuando lo ví por primera vez personalmente y cruzamos algunas palabras durante el vuelo de un modo muy afable. Cuando aterrizamos en Laguna del Sauce y yo me aprestaba, micrófono en mano a dar el mensaje acostumbrado, sonriente me dijo: Bienvenido a Punta del Este"...

Se fue un gran anfitrión, será inolvidable.

Portal de América

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