En cada jornada, tratamos de ir imaginando el tema que vamos a aescoger para este espacio editorial y la mayoría de las veces el mismo se impone, viene solo, sin avisar o mejor expresado, sin mucho meditar asoma como "el tema".

Contrariamente a lo que podría suponerse, somos optimistas por naturaleza y muy afectos a fantasear, quizás entonces sea la bronca que nos provocan los habituales palos en la rueda que se detectan con solo mirar y trancan el desarrollo de la actividad, lo que nos hace aparecer críticos en demasía o demasiado ácidos.

Corresponde entonces que compartamos con ustedes el lado positivo, el capital que sabemos tiene nuestro destino, nuestro sector, para que tal vez a partir de ello, consigamos nuevos cómplices para nuestras habituales demandas. Allá vamos.

El país mirado como en el mapa de Torres García, en sentido norte-sur, en general, salva con nota.

Las noticias que trascienden al mundo son más positivas que negativas y hasta lo que muchos podamos ver en la interna con un sentido crítico, hablamos de la imagen del presidente Mujica, el afuera lo ve con aprobación, hasta con admiración. Nos pasaba lo mismo, exactamente, durante la presidencia del Doctor Julio Sanguinetti por ejemplo. Siempre, en el exterior nos hablaban del gran estadista que era, de la imagen culta que denotaba y nos expresaban hasta sentimientos de envidia por contarlo como primer mandatario.

Son muy raros los comentarios negativos después que somos visitados por personalidades del exterior e inclusive por colegas de la prensa mundial.

Generalmente los mismos son de agrado, destacando la calidad de vida y hasta la seguridad, aunque nos cueste creerlo.

Si miramos apenas a poco más de un par de décadas atrás, veríamos que Uruguay no contaba con hotelería de 4 y 5 estrellas y se destacaba una gran carencia de alojamientos en todo el territorio.

No habían Centros Comerciales, lo más parecido eran las galerías.

No teníamos terminales de ómnibus.

La palabra hostels la leíamos en los libros.

A los cruceros los veíamos en fotos, en películas o por la tele.

Nuestros vinos eran lija de la buena.

La buena gastronomía se reducía a escasos referentes.

Los aeropuertos de Carrasco y de Laguna del Sauce eran muy elementales.

No teníamos al Ruso Pérez, a Luisito Suárez y al inmenso Diego Forlán y nos costaba ganarle a alguien.

Compartíamos con el resto del planeta la inexistencia de Internet pero, la sufríamos más que los destinos de primer orden, porque con ella ganamos en difusión.

No existía el PDA...

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