En los países mencionados, en nombre de vaya a saber uno qué, se han cerrado medios de comunicación y se han perseguido otros. En Argentina, se confirma el caso único de polarización entre por un lado el gobierno kirchnerista y por el otro, los medios alineados con el grupo Clarín, realidad que supera el simple enfrentamiento de posiciones fiolosóficas y sumerge al país todo, en una disputa de nunca acabar.

En Uruguay, gracias quizás al privilegio de contar con una masa crítica muy prestigiosa con los intelectuales de todo signo y color a la cabeza, los gobiernos del FA si bien han amagado con alguna idea de control, hasta el momento no ha pasado de eso. Pero el mensaje no deja de ser confuso y se ha pasado de un gobierno de Vázquez con ese presidente, si bien crítico confeso de algunos medios a los que calificó de opositores, circunscripto a la aconsejable mesura en las apariciones públicas y la utilización de voceros nítidamente individualizados, a la sobredosis mujiquista de honrar cuanto micrófono se le cruza por la vida, a anunciar que la mejor ley de prensa es la que no existe para al poco tiempo decir que quizás habría que redactarla. Sumado a eso, connotados funcionarios de la presidencia, muy cercanos al actual presidente han expresado en reiteradas ocasiones su idea de controlar de alguna manera a los medios.

Es buena cosa que todos estemos atentos porque se viven días cruciales a nivel internacional que tienen directa relación con la libertad de prensa y la misma, corre serio peligro, al menos, como la concebimos desde siempre.

Pero mientras tanto, los unos y los otros, los que se agravian hoy por lo mismo que se agraviaban quienes hoy los agravian, deberían hacer, al mismo tiempo que lo reclaman, su propio mea culpa y ver, porqué aquellas aguas trajeron estos lodos.

Es muy fácil para los medios masivos "agarrar de pinta" * a determinadas personas, ya sean físicas o jurídicas, cuando éstas quedan o pueden quedar de modo inmediato en inferioridad de condiciones y pierden la categoría de potenciales buenos clientes publicitarios y eludir, ignorar, callar de modo cómplice cuando un gran avisador (público o privado), está dándole a la herradura y no al clavo.

Al menos en Uruguay, hay ciertos personajes (reiteramos, públicos y privados) que gozan de la más amplia impunidad y no solamente a nivel político, gracias a sus generosas pautas, junto con la difusión de sus productos o servicios, se aseguran muy convenientes silencios.

A nosotros, en más de una oportunidad, se nos ha dicho por lo claro que no nos contratan publicidad porque "opinamos demasiado políticamente" y curiosamente, quienes lo manifestaron, todas las veces, eran actores del sector privado.

Tenemos muy claro que es mucho más fácil ser independientes desde la prensa digital a partir de los bajos costos presupuestales, pero, la ética periodística debería estar por encima de cualquier soporte para que cada día, sea más inútil matar al mensajero.

* tomar como objetivo de acciones en su contra