Nhow Milán: una fábrica de moda y diseño
Martes, 13 Septiembre 2011

Nhow Milán: una fábrica de moda y diseño

Nada parece indicar que en la via Tortona 35, entre almacenes, restaurantes, estudios de diseño y la Ciudad de la Cultura que David Chipperfield está construyendo, haya un hotel. Y, mucho menos, uno de los más carismáticos de la suntuosa ciudad de Milán.

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por Javier Mazorra

Sólo si se mira con mucho detenimiento, la inmensa fachada ciega de 135 metros de la antigua central de la General Electric construida en 1935, se descubre escondida en una marquesina sobre un inmenso vano abierto la palabra Nhow. Hay que conocerlo de antemano o llegar en taxi, para no dudar antes de adentrarse en el larguísimo y oscuro túnel que desemboca en esta fascinante fábrica de moda y diseño donde es posible alojarse.
Recepción del hotel.

Si el exterior destaca por su opacidad y falta de color, sólo hay que atisbar la puerta de entrada para verse imbuido en un espacio brillante y multicolor que aturde, para luego envolver y seducir de inmediato al recién llegado. No hay improvisación. Todo ha sido pensado al más mínimo detalle por Matteo Thun y Daniele Beretta, a quienes se encargó de crear el primer hotel Nhow, y modelo de la marca más creativa y arriesgada de la cadena NH. Thun fue uno de los miembros fundadores del grupo Memphis, que revolucionó el diseño italiano durante los años 80 para luego estar detrás de alguno de los hoteles más originales y sugerentes del mundo: el Side de Hamburgo, el Radisson Blu de Frankfurt o el Missoni de Edimburgo, en los que nunca repite fórmula, buscando como él dice, interpretar el alma del edificio.

En el Nhow de Milán le ha ayudado a conseguir su objetivo Baretta, el diseñador de la mayoría de clubs y discotecas de Milán desde hace treinta años. Juntos han creado un espacio divertido, a veces irreverente, casi siempre brillante, pensado para una clientela relacionada con la moda. El diseño, donde predomina el naranja, no impide la presencia de otros muchos colores, sobre todo los que componen un atrevido arco iris que va del rojo al violeta pasando por el amarillo, y que de alguna forma sirve de hilo conductor en cada uno de los cuatro pisos que componen el edificio.

Un hotel experimental

Inspirados por su historia, tanto en los espacios públicos como en las habitaciones se ha evitado al máximo la presencia de excesivas subdivisiones, apostando por lo diáfano. Y sin embargo es difícil encontrar un hotel tan lleno de recovecos y sorpresas. A cada paso surge un regalo para la vista, un juego en el que entretenerse, o un delicioso objeto de deseo. Puede formar parte del mobiliario, pero también de la misma estructura. Tras el cristal que cubre parte del suelo surge un mundo misterioso. Desde el ascensor se vislumbran secretos.


Hay multitud de muebles con firma, todos a la venta, por cierto, y en perpetuo rodaje. Hay piezas de Poltrona Frau, Knoll, Zucchetti y Artemide especialmente diseñados por Nhow. O piezas limitadas de Dilmos, Edra, Crepax o Jacopo Foggini. Las numerosas obras de arte también se renuevan, enfatizando el carácter de laboratorio de todo el conjunto. Se cambian cada tres meses, por lo que cada vez que alguien se aloja en el Nhow descubre un hotel distinto. Algunas pueden chocar, otras divierten pero nunca suelen dejar a nadie impasible o indiferente, como ocurre con los grafitis que jóvenes artistas de la zona han realizado en las puertas de los siete tipos de habitaciones. Hay 249 en total, y ninguna de ellas podría definirse como convencional.

La más extraordinaria es la Suite Nhow de 320 metros cuadrados y en dos niveles. En el piso superior, donde se encuentra el dormitorio, sorprende una piscina privada de 16 metros y fondo de cristal que hace de techo «líquido» para el salón inferior, dotándolo de una iluminación única. Pero cualquiera de las otras tiene algo especial, como una ducha donde el agua mana directamente del foco situado en el techo provocando un efecto óptico en el suelo inigualable o la luz de guía de la habitación situada debajo de la cama para no molestar al acompañante mientras duerme.

El Nhow no es un hotel para relajarse, muy al contrario es para vivir una intensa experiencia y conocer de primera mano el lado más creativo y experimental de una ciudad como Milán.

Portal de América - Fuente: www.ocholeguas.com

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