Con esta medida tomada por el congreso, la FAA ha dejado de recaudar la tasa sobre los billetes emitidos desde el pasado sábado por lo que las arcas públicas estadounidenses están perdiendo de golpe alrededor de 200 millones de dólares semanales, según Morgan Stanley, ya que el Estado recaudaba un 7,5% del precio de todos los billetes nacionales vendidos, más 16,30 dólares por cada llegada y despegue internacional. Un dinero que los viajeros se habrían podido ahorrar pero que las compañías americanas han seguido cobrando y lo seguirán haciendo hasta que el Congreso no consiga refinanciar la FAA.
Los medios americanos han alzado la voz sobre este “escándalo” y hablan de un grave error táctico de las compañías aéreas que los viajeros percibirán como una violación de sus derechos. El comportamiento de las aerolíneas ha desatado la furia asimismo del secretario de Transportes, Ray LaHood.
Las únicas compañías que han bajado sus billetes ahorrando el dinero a los pasajeros han sido Alaska Airlines y la low cost Spirit Airlines.
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