Si las escenas de demoras y cancelaciones en Ezeiza la última semana le resultan familiares es que las ha visto, o padecido, en los últimos meses en algún aeropuerto de Francia, España, Gran Bretaña, Bélgica, México, India o el Caribe.
Todos estos casos fueron ocasionados por paros de personal, pero se sumaron a otros tantos amontonamientos causados por ajustes técnicos en los aviones o cambios en la programación por razones meteorológicas. Y que estas novedades se difundan cada vez con más frecuencia es porque involucran a más personas e interesan a más viajeros, reales o potenciales.
Es que, aunque parezca una paradoja, el panorama de centenares de pasajeros varados cada vez que se cancela un vuelo es una señal gratificante para el sector de los viajes (exceptuando los usuarios involucrados, claro), tal vez la mejor evidencia de progreso que han tenido en casi una década.
Si ampliamos el foco de la foto donde aparecen los salones llenos de gente, valijas y mal humor, veremos, entre otros, estos cinco hechos que hoy se conjugan en la industria aerocomercial:
1. Después de casi una década, la mayoría de las aerolíneas en el mundo está ganando plata. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) estimó las proyecciones de ganancia en 3,5 veces más que lo previsto el año último, que se traducirá en un beneficio total de 8900 millones de dólares. Hasta el director de la IATA, Giovani Bisigniani, remiso siempre al exitismo, reconoció que la recuperación de la industria se estaba dando más rápido que lo esperado.
2. Las perspectivas de crecimiento en general, pero de América latina en particular, son buenas. Es positiva en todas las regiones la variación año contra año de la medida que realmente les importa a las aerolíneas, el RPK (del inglés pasajero kilómetro pago); en América latina destaca con su 14,3 de crecimiento en las estadísticas de noviembre de la publicación ATW.
3. La rentabilidad trae su ola de inversiones: más y mejores aviones que atenderán más rutas, nuevas redes de conexiones, servicios, tecnología, etcétera.
4. No sólo el tráfico alimentó las ganancias de las compañías, sino la gestión de la capacidad de los aviones, como lo llama la IATA, y simplificando algo más complejo en el lenguaje de la clase turista: menos espacio libre dentro del avión. Pero la administración de la cabina es sólo la punta de la búsqueda de mayor eficiencia en el negocio, que está influyendo sobre alianzas, consolidaciones y todo tipo de sinergias para ampliar el radio de acción al menor costo posible.
5. Los gremios aeronáuticos de Estados Unidos lo dijeron con todas las letras dos semanas atrás: si acompañamos a las empresas en los malos ratos, es momento de recuperar lo perdido. Es decir, el viento de cola hará también que se acomoden las relaciones laborales en las empresas, a veces en reuniones de oficina, otras involucrando a los clientes.
Reconocer estas señales en nuestro país puede parecer forzado, pero ya no hay fronteras en el aire: el tráfico va claramente en aumento, por eso en los dos principales aeropuertos del país se trabaja en la ampliación de su capacidad.
El grupo LAN anunció ganancias en el tercer trimestre y pule su fusión con TAM. La rentabilidad todavía huye de las arcas de la estatal Aerolíneas Argentinas, pero la protección y el financiamiento del Estado parece que le dan la sensación de fortaleza que envalentona las presiones gremiales.
Lo cierto es que el boom de la aviación llegó antes de que la industria pudiera asimilarlo sin incomodidades. Como la ruta Panamericana tratando de lidiar con el tránsito del explosivo aluvión de inmigrantes a los suburbios, las compañías aéreas exigirán a sus usuarios paciencia y flexibilidad para atenuar los picos.
Y los usuarios reclamarán que el viaje por estas autopistas al mundo se allane rápidamente. Se harán sentir comprando los pasajes de las empresas que mejor resuelvan este desafío, o ante la falta de alternativas se harán oír en las salas de espera de los aeropuertos.
fuente: lanacion.com.ar





