por Xavi Sancho, El País de MadridCasi nadie quiere ya ser el tipo que, frente a la inmensidad casi metafísica de la catedral de Notre Dame, despliega un enorme mapa con los restaurantes de comida rápida. Casi nadie quiere ya pararse en una esquina del Soho a hojear su enorme y pesada guía de Londres, atrapado entre páginas que incluyen la media de precipitaciones en la capital británica en el mes de enero. Lo que quieren, por un rato, es ser uno de ellos, despojarse del disfraz y el rictus del turista y parecer un nativo más. Lo mismo que uno no acarrea la vieja agenda de teléfonos consigo, ¿para qué cargar con un libraco editado hace una década con información sin actualizar? Cambian las formas de viajar y con ellas, las guías. Se adaptan a los teléfonos móviles, se especializan para el gusto del consumidor y en general abandonan su carácter decimonónico para no sucumbir al vertiginoso siglo XXI.
"Con las guías en papel, la gente asumía que alguna información podía datar del año pasado. Con la proliferación de las guías digitales eso ya no es aceptable. La información se puede y se debe actualizar al instante", comenta Tom Hall, editor de Lonely Planet, acaso el más universal proveedor de guías de viaje. La compañía acaba de lanzar una aplicación para iPad con sus guías Discover. El artefacto contiene 3.000 hipervínculos, cientos de imágenes y un motor propio de búsqueda, entre otras opciones. "La posibilidad de actualización es constante, ya que no dependemos de los tiempos de la imprenta", recuerda Jeremy Case, editor de viajes de la revista Wallpaper, que en los noventa cambió el panorama de las revistas de estilo de vida y últimamente edita guías especializadas.
A mediados del año pasado, la guía de viajes interactiva Tripwolf lanzó su primera aplicación de iPhone para viajeros. La información de 400.000 destinos podía descargarse de manera gratuita en el teléfono móvil y consultarse sin necesidad de estar conectado, evitando así los costes de roaming (cuota a pagar por usar el móvil en el extranjero). En pocos meses, la profusión de opciones para viajeros en forma de aplicaciones para celular incluye diccionarios para turistas, cambio de moneda actualizado al instante, compositores de postales, guías de locales, mapas, calendario y recuento de gastos.
Casi cualquier editor de guías de viaje traduce sus libros en aplicaciones para móviles, convirtiendo, una vez más, algo que poseía aspecto de lujo en necesidad.
Sirva un ejemplo reciente. Durante la erupción del volcán islandés y el colapso del cielo europeo, Lonely Planet ofreció de forma gratuita la descarga de guías de 12 de las capitales afectadas por el cierre del espacio aéreo europeo, con el fin de que los viajeros atrapados en tierra hostil pudieran manejarse con facilidad hasta el restablecimiento del tráfico. Eso sería otra prueba de que la tecnología, como apunta Henry Mason, jefe de investigación y análisis del observatorio de tendencias online Trendwatching, posibilita que en cualquier momento podemos absorber nueva información sobre nuestro destino, lo que desemboca en una nueva raza de turista, mucho más informado".
¿Y en qué lugar deja a los viejos proveedores de pistas para viajeros el hecho de que uno de cada cinco consumidores de Lonely Planet opte por la versión digital? "La gente sigue viniendo en busca, prácticamente, de lo mismo de siempre. Las ventas no se han resentido", comenta María Monge, encargada de la librería Altaïr, establecimiento especializado en productos para viajeros con sede en Barcelona y Madrid. "En los últimos tiempos, los cambios han sido dados por una ampliación de los productos que se adquieren".
Entre los nuevos inquilinos de sus librerías abundan las guías de viaje para ciertos nichos. Desde libros consagrados solo a boutiques de diseño (Mr & Mrs Smith) hasta blogs que ofrecen recorridos cada vez más concretos (Street Art Tours of East London presenta rutas a través de las muestras de arte urbano en la zona del Este de Londres). Además, marcas como Nike o establecimientos como la joyería parisina Van Cleef & Arpels han entrado en el terreno de la guía especializada. La firma deportiva lanzaba a principios de año True City, una aplicación para iPhone en la que el futbolista Fernando Torres o la cantante Annie B Sweet escogían sus lugares predilectos de Madrid.
Es probable que estas flamantes novedades no cambien la esencia de viajar. Asuntos como el extrañamiento. O la ansiedad que provoca lo desconocido. "Todo esto me resulta estresante", admite Mason con ironía. "Cada vez que abro una guía me habla de decenas de cosas que debo hacer... Al final, vuelves a casa frustrado, jamás puedes estar a la altura de todo lo que se supone que debías conseguir".
Viajar con Internet
La web cambia la agenda de los viajeros. Lo sitios Crouchsurfing o Airbnb.com ofrecen alojamiento seguro en casas de nativos, brindando la tan ansiada experiencia auténtica y provocando dolores de cabeza a la hotelería tradicional. "Nos encaminamos hacia un aumento cada vez mayor del uso del habitante local anónimo como fuente de información sobre nuestro destino. La opinión de un amigo siempre nos valió más que la de un libro", dice Henry Mason, del observatorio de tendencias online Trendwatching.
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