Costa Rica: un viaje relámpago por la tierra de los volcanes
Lunes, 21 Octubre 2013
“Bienvenidos a esta pequeña república de América, en la que cuatro millones y medio de habitantes soñamos todos los días con un futuro a la altura de nuestras capacidades; en la que ha sido posible la quimera de una sociedad sin ejército, y en la que pronto celebraremos ciento veintitrés años de democracia. Bienvenidos a esta pequeña república de América, que durante la segunda mitad del siglo XX atestiguó el desfile de las más abominables dictaduras a su alrededor, sin ser ella nunca escenario para la opresión; que se negó a ser alfil en el ajedrez de la Guerra Fría, y que durante el conflicto militar centroamericano sus únicas armas fueron la diplomacia y el diálogo, incluido el Plan de Paz que presenté, con el fin de evitar que en Centroamérica siguiera matándose los hermanos. “ Bienvenidos a Costa Rica. Discurso de Óscar Arias Sánchez, Presidente de Costa Rica 1986-1990 y 2006-2010 y ganador del Premio Nobel de la Paz en 1987 en la reunión del Consejo de la Internacional Socialista, San José de Costa Rica, 23 de enero de 2012.
por Maria Sara Baroffio
Pura vida! Es la más linda expresión de felicidad y vitalidad que he escuchado y la dicen los “ticos,” cuando se encuentran con alguien o se despiden. Dice todo “Hola, gracias, que lindó día, como estas, yo estoy bien y tu, saludos, hasta pronto y que te vaya bien”......un pueblo feliz, eso son los “ticos”.....amables, simpáticos, serviciales, aman la vida, su país y la naturaleza. Y la cuidan y la respetan.
El “tico” no da, regala o pide que le regalen.
Costa Rica tiene un pequeño territorio, la tercera parte del Uruguay y fronteras con Panamá y Nicaragua. Una cuarta parte de su territorio son Parques Nacionales de bosque nuboso y bosque lluvioso, cubiertos de miles de especies de árboles autóctonos y orquídeas, con las más rica fauna de América resguardada en su selva, y una cadena de volcanes rugientes en actividad, uno de su más grandes atractivos naturales.
Está primero en el llamativo índice Planeta Feliz, que elabora anualmente la Fundación Nueva Economía, donde se mide el bienestar de la población en base a dos parámetros: larga vida y felicidad.
Los” ticos” están felices con el país que tienen, con su selva, sus volcanes, sus ríos y cascadas, sus playas y su fauna. Es el país que más variada y contrastante biodiversidad posee en la Tierra. País pequeñísimo que tiene él solo, cerca del 5% de las especies de plantas y animales del planeta.
Hace ya unos años que el país se ha tomado en serio la conservación de su fauna y flora y ha educado en ese sentido a las nuevas generaciones para que muestren al mundo su riqueza con orgullo y alegría y lo conserven y cuiden como se debe.
Las mariposas más bellas y coloridas se encuentran en Costa Rica, así como la variedad más grande de colibríes y orquídeas.
Basta salir unos kms afuera de la ciudad de San José para internarse en la selva que crece hasta los conos humeantes de los volcanes de Poas, o Irazú y ver los tucanes de picos multicolores, o los monos de cara blanca saltando de rama en rama, o las más variadas lapas o guacamayos.
Las posibilidades turísticas son variadísimas, desde el pernocte en unos de los bellos hoteles enfrente al volcán Arenal, para contemplar sus fumarolas y a veces de noche su cono encendido de fuego rojo, bañarse en las piscinas de piedra de aguas termales del Arenal Kioro o hacerse un tratamiento rejuvenecedor con arenas volcánicas, o porque no? tomarse una copa de vino italiano en el wine bar del magnífico hotel Nayara o degustar un buen sushi con vista al volcán.
En 1968, los habitantes del pueblo La Fortuna a 6 kms del volcán, se dieron cuenta que esa inmensa montaña rugía como un trueno y la lava se desparramaba por sus laderas sepultando un pueblo entero en la cara noroeste del mismo. Los pobladores que hasta ese entonces se dedicaban a la ganadería, abandonan el lugar, pero 20 años después, las magnificas erupciones del Arenal, empiezan a atraer a turistas aventureros de todas partes del Mundo, vulcanólogos y científicos.
Es así, que el pueblo comienza a experimentar un cambio brusco en la generación de empleo de sus habitantes y los antes ganaderos construyen hoteles en sus tierras, con vista al volcán. Don Ricardo Araya, dueño del Hotel Arenal Kioro es un vivo ejemplo de la evolución positiva que tuvo la región gracias al volcán. De sastre y dueño de una tiendita del pueblo, se transformó en empresario hotelero, asociado con su yerno y tienen hoy uno de los más bonitos establecimientos de la zona. Don Ricardo me mostró con orgullo apasionado las hermosas habitaciones desde cuyo ventanal, se ubica con precisión fotográfica la figura imponente del volcán. Un volcán que cuando llegué estaba oculto por una nube espesa y que mientras almorzábamos, cual telón, se fue corriendo para dejarme ver la más linda escenografía natural jamás vista: El Arenal con sus dos fumarolas elevándose al cielo.
Los habitantes del pueblo Fortuna viven del turismo, dedicándose a la hotelería, gastronomía o la industria del souvenir y el liceo tiene como única orientación el turismo. Las posibilidades de aventura y paseos en Costa Rica son variadísimas, tanto en la costa del Pacifico o del Caribe, como en sus bosques, montañas y volcanes.
Quien quiera conocer el país deberá desplazarse por carreteras en no muy buen estado, una hora y media desde San José y caerse en las playas del Pacifico o a 3 horas y llegar hasta Puerto Limón, en el Caribe, donde paran los cruceros. La costa del Pacifico en algunos puntos es el paraíso de los surfistas, que van buscando las mejores izquierdas y derechas, los arrecifes coralinos y los más accesibles alojamientos especializados. A lo largo de la costa se suceden pequeñas poblaciones con hoteles sencillos y cercanos a esos puntos.
Los destinos 5 estrellas para el surfing son Playa Hermosa, Playa Grande, Pavones, Roca Bruja y Salsa Brava. Pero son exclusivamente para eso.
Quien decida visitar el país, no debe dejar de recorrer el Parque Nacional Manuel Antonio, que se encuentra en la zona de bosque húmedo tropical, con numerosas ensenadas con playas de arena blanca, pequeñas calas bordeadas de cocoteros y selva espesa que baja hasta el mar.
Al parque solo se accede caminando entre la espesura de la selva, poblada de monos aulladores y monos ardillas, perezosos de dos y tres dedos, colgados de las ramas de los árboles, por lo que se visita con larga vistas y cámara de fotos. Lo ideal es contratar un guía que ya sabe dónde buscar los animales. Por senderos de cantos rodados se llega a las playas sombreadas, de aguas cristalinas y cálidas.
La hotelería del pueblo, del mismo nombre que el Parque, es variada. Podemos elegir entre Casitas Eclipse, una conjunto de casas sobre una serranía lindera al parque, con vistas a la selva, hasta bellísimos hoteles como El Parador o el Lodge Arenas blancas, establecimientos de primerísimo nivel con acceso a la playa y vistas magnificas sobre el Pacifico.
Todos los establecimientos hoteleros visitados han desarrollado una infraestructura armonizada con la naturaleza, que se mimetiza con ella para reducir el impacto visual y bajo estrictas normas de protección ambiental.
Desde el más sencillo hasta el más sofisticado tienen la clasificación en estrellas y además la de hojas verdes, según su compromiso con el cuidado del medio ambiente. Es así que todos tienen vehículos eléctricos, reciclan las aguas y los deshechos clasificados y poseen energía con paneles solares, al menos para proveer parte del consumo. Todos se han preocupado de trazar senderos en la selva para que sean recorridos con o sin guía, ya que la fauna y flora de esa zona es riquísima. Es frecuente estar desayunando y que un mono de cara blanca se acerque buscando comida o que un pizote, especie de mapache con hocico alargado husmee debajo de la mesa. O salir de la habitación y encontrarse con un perezoso colgado de la rama de un árbol que muy de vez en cuando suele estirar sus brazos para moverse apenas unos centímetros.
El visitante amante de la Naturaleza podrá recorrer la selva atado a un cable, canopy, hacerlo a pie por senderos de piedra, hacer surf, rafting, darse baños termales, tirarse en una bella playa de arena blanca o en otra de arena negra y zambullirse en las cálidas aguas del Pacifico, admirar el volcán Arenal , recorrer el Bosque de Monteverde en una noche estrellada, navegar por los canales del Tortuguero, aprender cómo se cultiva, recoge y procesa el café, uno de los más exquisitos del mundo o subir 3 kms a 2.800 metros de altura para llegar al cráter del volcán Poas, considerado el géiser más grande del mundo y observar sus columnas de humo desde una pasarela o caminar un poco más y casi sin aliento llegar a la laguna de Botos de aguas de azufre color jade en el cráter de un volcán extinguido.
San José, la capital no ofrece mayor atractivo para el visitante. Es simplemente una ciudad con muy buena hotelería y desde la cual pueden realizarse varios paseos por el día. De clima tropical húmedo, puede llover todos los días un rato, sobre las 3 de la tarde, lo que no impide ninguna actividad.
Vale la pena visitar el Teatro Nacional copia en miniatura de la Opera Garnier, y el Museo Nacional, viejo cuartel que dejó de serlo cuando Costa Rica decidió no tener màs ejército, a fines de la guerra civil cerca de la década del 50.
Además de probar el gallo pinto, arroz con frijoles negros con huevos revueltos en el desayuno, y en “casado” con pollo y carne a la cena, comer granos de café bañados de chocolate, saborear una pejibaye, fruta de color anaranjado con consistencia de castaña, o picotear unas fresas de las tierras volcánicas del Poàs, el visitante menos afecto a probar las comidas del país, podrá elegir entre numerosos restoranes de comida rápida o restoranes de cocina italiana japonés o francesa, en cualquier punto de la ciudad.
Tomar taxi es barato y los taxistas “ticos” son excelentes guías , amables y cultos. Un país amigable, seguro, con bellos paisajes y lindas playas.
Como dice la guía Michelin cuando un destino es interesante “Costa Rica vaut le dètour”, vale la pena darse una vuelta.
Pura vida!!!!
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