Johannesburgo a ritmo de jazz
Martes, 15 Octubre 2013

Johannesburgo a ritmo de jazz
Considerada la capital económica de Sudáfrica, Johannesburgo está recuperando todo el vigor musical que hasta no hace mucho hubo de vivir en la clandestinidad por culpa del apartheid. Hoy, la música en esta ciudad se vive como la vida en África, es decir, a borbotones y sin medida, entre bailes desinhibidos, cánticos y vítores.
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«Toda la música viene de África, la vida entera viene de África». La afirmación la suscribe el pianista Randy Weston, uno de los grandes gurús de la actual escena jazzística y uno de los máximos defensores de la importancia germinal del continente negro en toda la cultura de nuestro tiempo.

Sin embargo, la opinión del León de Brooklyn no es exclusiva, y si no que se lo digan a Jamiroquai, padrino del Delicious Food and Music Festival de Johannesburgo, una cita que reivindica sus valores desde su propia nominación para convertirse en una de las grandes fiestas musicales de la llamada Ciudad de Oro.

En todos los casos la música en Johannesburgo se vive como la vida en África, es decir, a borbotones y sin medida, entre bailes desinhibidos, cánticos extasiados, vítores... Como el tráfico caótico de esta gran urbe cuya área metropolitana –y tras los cambios de fronteras municipales de 2007- alberga a más de siete millones de habitantes. Eso al menos en lo que a la música popular se refiere, en la que la rumba congoleña lo fagocita todo: el pop, el jazz, el hip-hop, el soul y, por supuesto, el folclore. Asunto bien distinto sucede con la música clásica, que tiene reservado en el Festival Internacional Mozart su gran reclamo. Programado al inicio del año, el certamen se abre paso en los teatros y auditorios más lustrosos de la ciudad, contando con una audiencia burguesa.

Clubes y salas de conciertos

A diario Johannesburgo cuenta con una gran actividad musical nocturna. Uno de los locales más famosos es el restaurante Pata Pata, que toma su nombre de la famosa canción de la que fuera Mamá África, la añorada Miriam Makeba; allí todos los sábados, entre manjar y manjar, se da rienda a bandas locales de todo pelaje musical.

El Bassline y el Katzy's son magníficos para saludar la llegada del alba rodeados de buena música
Sin embargo, entre las salas musicales por derecho se encuentran el Bassline, emplazado en Newtown, y el Katzy's, dedicadas sobre todo al jazz y el blues. En ellos las noches son madrugadas, magníficos rincones para saludar la llegada del alba rodeados de buena música. A ellos se pueden sumar las programaciones menos lustrosas, pero igualmente gratificantes, de locales como Arcade Empire, Aruba Lounge, Back 2 Basix, Roka Lounge, Blues Room...

En muchos de ellos se pueden descubrir distintas lecturas del jazz, ya que este género es uno de los latidos culturales más apreciados y admirados por el sudafricano, por cuanto durante mucho tiempo fue la única música capaz de convocar a ciudadanos blancos y negros sin dolor alguno.

Festivales todo el año

El panorama musical de Johannesburgo está incompleto sin sus festivales. Ahí está si no la cita que combina música y comida para despertar dos de nuestros placeres más carnales... y de paso hacer cultura. La última edición de Delicious Food and Music Festival, que tuvo lugar en el complejo ecuestre Blue Hills, a unos kilómetros al sur de Johannesburgo, congregó a grupos como Prime Circle, Household Funk, BlackBird o la gran estrella actual del pop-soul sudafricano, la cantante Lira, que compartieron protagonismo con restauradores de lustrosos fogones como los chefs Aldo Zilli, Ed Baines y John Burton-Race.

No obstante, la verdadera dimensión cultural de Johannesburgo se acota entre los abultados márgenes del Arts Alive Festival, que acostumbra a asomarse durante todo el mes de septiembre y a lo largo y ancho de la ciudad. Su programación incluye las últimas tendencias y propuestas artísticas tanto de la música como de la poesía, el teatro, el cine, la fotografía o el modernísimo mundo de las performances y las artes visuales.

Los artistas sudafricanos suelen ocupar el centro de todos los carteles, como así sucede en dos importantes citas jazzísticas. Una, el Joy of Jazz Festival, tiene lugar a finales de agosto en el corazón del recinto cultual de Newtown. Y otra, el Jazz on the Lake, sirve de justo prólogo al mencionado Arts Alive Festival. El primero de los certámenes convoca a más de una cincuentena de grupos de jazz en tres días, mientras que el segundo, celebrado al aire libre y con entrada gratuita en el Zoo Lake, ofrece una oportunidad única de vivir un auténtico picnic musical y jazzístico. En ambos casos, las figuras más recurrentes son los grandes embajadores del jazz sudafricano actual: el trompetista Hugh Masekela, el pianista Abdullah Ibrahim, el saxofonista Sipho Hotstix Mabuse...

Porque al igual que sucede en el resto del continente negro, en Johannesburgo la ciudad no duerme y la música es su mejor banda sonora.

Portal de América - Fuente: www.ocholeguas.com

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