por Maria Sara Baroffio, de su viaje a Paris en setiembre/octubre 2013
Llueve con frecuencia, pero no importa, nos cobijamos debajo de un paraguas que nos ofrece alguien surgido de las sombras. Hace calor? Es sin duda cuando la luz de la ciudad es la mejor para apreciar sus monumentos, sus edificios y sus anchas avenidas.
Es la ciudad para caminar, porque siempre uno está llegando a algún rincón, monumento o palacio y siempre hay una perspectiva para dominar un buen sector de la ciudad o un techo para trepar y ver Paris desde lo alto. No hay porqué subir a la Tour Eiffel, haciendo una cola interminable, para tener una bella perspectiva de la ciudad. Puede ser desde la terraza del Beaubourg, o desde lo alto de la Tour Montparnasse, el lugar desde donde Paris luce mejor, porque no se ve la torre, o desde el Sacre Coeur, o por qué no ?desde el arco de Triunfo que majestuosamente se interpone entre el arco del Carroussel y el de la Défense.
Pero no solo desde lo alto es lindo Paris. Sus anchas avenidas arboladas, flanqueadas de edificios con techos de pizarra y amplias mansardas invitan a la caminata, o las riberas del Sena donde pasean los enamorados ,o los muelles ,colmados de “bouquinistes” ofreciendo libros y revistas viejas, láminas de ayer y de hoy, y los puentes.....ah! Les ponts de Paris....

Más de 30 puentes y pasarelas cruzan el Sena, y cada uno ofrece una vista distinta de la ciudad y sus monumentos. Los hay de piedra como el Pont Neuf, que fue el primer puente en unir las dos márgenes del Sena, y de acero dorado, como el Alexandre III, inaugurado para la exposición Universal del 1900 junto al Grand y al Petit Palais, dos magníficos monumentos de vidrio y de acero bellísimos ejemplos del art nouveau. Desde cada puente, una vista distinta de la ciudad al borde del rio y de la imponente catedral Notre- Dame que celebra en 2013 , 850 años de historia, de arte y de espiritualidad. Renueva sus campanas y su órgano y para admirar su fachada han instalado unas gradas en su plaza de acceso.
A toda hora del día, la plaza y las gradas hierven de gente que se sienta a admirar los pórticos, sus torres, sus gárgolas y porqué no a evocar la novela de Victor- Hugo, en la que Quasi Modo, jorobado y sordo, es el encargado de tocar las campanas de la catedral y se enamora de la bella gitana Esmeralda, también repudiada por su condición de diferente.
Paris es un museo que vive y se transforma día a día. Debe ser la ciudad en la que sus monumentos lucen mas cuidados y en permanente renovación. Ahora, transforman les Halles, sus plazas y jardines, y renuevan el Palacio de la Moneda. En el barrio de Saint- Germain des Pres, inician la restauración de su iglesia, la más vieja de Paris, la más colorida en su interior.
Si uno tiene tiempo de hacer colas interminables y empujar a más de un japonés o chino con su cámara, se puede visitar el Louvre....sino, abstenerse recorrer el patio del Palacio, y admirar las pirámides de vidrio por fuera y por dentro. Puede que uno tenga que hacer cola también para sacarse una foto en un pedestal del patio de las Tuileries con la mano tocando el vértice de la pirámide. Es moda ahora sacar fotos que parezcan abarcar la luna o sostener un monumento en la mano.
El museo que más me gusta de Paris, es el Museo d' Orsay, porque no solo son admirables las obras que alberga, sino el edificio donde se encuentran. La vieja estación de trenes construida para la exposición universal de 1900 y transformada en museo en 1986 para exponer las artes de la segunda mitad del siglo XIX, tiene en su nave central un paseo de esculturas en distintos niveles, con asientos de ambos lados y largos corredores con asientos también, para descansar después de entrar en cada espacio donde cuelgan los cuadros impresionistas y neo-impresionistas. Hay un gran espacio de muebles de art nouveau en su piso superior y un bellísimo restorán declarado patrimonio, con los frescos de su techo recientemente renovado. Un almuerzo en el restorán bajo una bóveda de frescos es una de las mejores opciones restauradoras después de una baño de color y de luz impresionista.
Este año se cumplen 400 años del nacimiento de Andre Lenotre , jardinero de Luis XIV y nieto del jardinero real durante el reinado de Catalina de Medicis. Fue responsable de su total renovación y permanente cuidado, así como del diseño de la avenida des Champs Elysees, a continuación de los jardines. En su homenaje, varias plaquetas muestran la concepción inicial de los jardines y lo que aún subsiste.
Es el paseo obligado de los caminantes que van desde el Palacio del Louvre hasta el Arco de Triunfo, cruzando la plaza de la Concorde y una de las mas bellas perspectivas del Paris moderno del baron de Haussmann, a quien le debemos las anchas avenidas, el bois de Boulogne, el acondicionamiento del Jardin de Luxemburgo y el diseño de nuevas plazas, entre otras reformas. Él fue quien transformo las calles estrechas, sombrías e insalubres del Paris medieval en el Paris moderno que hoy todos contemplamos admirados.
Pero no podemos dejar Paris, sin recorrer las innumerables pastelerías y chocolaterías que exhiben en sus escaparates los mas deliciosos y coloridos “macarons” rellenos de cremas con gusto a coco, a menta, a mango , entre otros sabores. Laduree, Hermé, Mulot, Marcolin, Larher son algunos de los famosos y legendarios pasteleros y chocolateros que hacen las delicias exhibidas en los escaparates de las pastelerías parisinas y que lucen como alhajas.
Nada como un “chou à la crème,” rellenado a la vista en la Place Furstenberg donde nos enteramos que los vecinos propietarios hicieron sacar los bancos de la encantadora placita donde vivió Delacroix .O un “éclair” de crema de café de Gerard Mulot de la rue de Seine. Y para terminar la tarde, un café- créme, sentado en un cafecito de sillas de mimbre, mirando la calle y el trajinar de la gente.
Caminar, caminar y caminar es la consigna en Paris y cada tanto detenerse en un banco de una plaza o en la terraza de un café a reponer fuerzas.
Sin duda, el mejor museo de Paris son sus calles.
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