Canaima: el paraíso venezolano
Jueves, 07 Marzo 2013

Canaima: el paraíso venezolano
Impresionado por su altura. Así quedó el aviador estadounidense Jimmy Ángel cuando hace 75 años dio a conocer a una gran caída de agua desde el Auyantepuy, en el suroriente de Venezuela, cuando piloteaba una avioneta Ryan modelo Flamingo NC-9487.
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por Julio Gutiérrez




Patrimonio Natural de la Humanidad


La catarata más alta de todas en el mundo es hoy una de las mayores atracciones turísticas de Venezuela y Sudamérica ubicada en el sector occidental de Canaima, en el estado Bolívar, parque nacional desde hace medio siglo y Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco, desde 1994 (con unos 18 mil kilómetros cuadrados).

Su hallazgo, “en compañía de un sargento técnico, de apellido García”, fue lo que, emocionado, divulgó el explorador extranjero, a sus 38 años, al regresar al campamento base, en Kamarata, al pie del gran tepuy, tras el sobrevuelo histórico.

Los detalles de la hazaña los contó, después, su compañero venezolano de expediciones por la zona, Gustavo Heny, quien aseguró que la catarata lleva como nombre el apellido del piloto, desde el mismo sábado 9 de octubre de 1937, por una sugerencia suya, tras haber aterrizado forzosamente en la cima del Auyantepuy o montaña del diablo, el tepuy de mayor superficie de Canaima, con 700 kilómetros cuadrados y a 2.460 metros de altura. La novedad fue muy comentada en Caracas y le dio la vuelta al orbe.

Se convertía James Crawford Ángel, nativo de Springfield, Missouri, en la primera persona en hacer pública la existencia al mundo, aunque ya los pemones y otros aventureros foráneos y locales lo habían visto antes, pero los nativos “tenían temor de las montañas y los saltos de aguas”, como lo ha expuesto el explorador local Charles Brewer-Carias.




Salto del lugar más profundo

Los indígenas le han llamado siempre kerekupai vená, que en su lengua significa: salto del lugar más profundo.

Contó también Heny que la magnitud de la cascada fue corroborada por otros exploradores como Shorty Martín, geólogo y topógrafo; quien junto con Ángel, levantó un mapa del Auyantepuy, “estimando que el salto tenía casi 1.000 metros de altura, lo cual lo convertía en el mayor del mundo”. Se basaron en el altímetro del avión en el que sobrevolaban.

El mirador desde el cual se contempla su majestuosidad desde su base se llama Laime, en honor al explorador letón, según comenta William Chung, nativo de Ciudad Bolívar y guía turístico de la zona durante 23 años.

Laime fue quien abrió el intrincado sendero que conduce desde el río Churun, a la altura de la isla Ratón, hasta la gran piedra que funge como observatorio de los turistas.



Isla Ratón

“Al llegar a isla Ratón abandonamos las curiaras y seguimos hacia arriba, alrededor de 40 minutos caminando, por un camino intrincado, en medio de una selva húmeda y árboles centenarios con grandes raíces, hasta que, poco a poco, se iba escuchando el rugido de un río que baja del tepuy y que a medida que íbamos ascendiendo se hacía cada vez más estruendoso, hasta llegar al mirador. Desde allí, la vista es increíble, se observa toda su inmensidad”, cuenta el técnico superior en turismo, Daniel Parra, viajero tachirense, residenciado en Puerto La Cruz.

Desde esa gran piedra lo apreció también la viajera zuliana Vicky Vera, estudiante de psicología: “Llegar al pie de uno de los regalos que le ha hecho la naturaleza a nuestra querida Venezuela. Es sentir que se puede soñar despierto, porque al contemplarlo parece que se estuviese soñando con los ojos abiertos. Se respira aire puro, romanticismo, se siente paz, tranquilidad, deseos de quedarse allí para siempre. Tocar y sentir su fría agua, en el pequeño pozo que forma al caer. Es una bendición para quien pueda y quiera experimentarlo”.



Navegación por  tortuoso sendero fluvial

Para llegar al Salto, se ofrece una excursión de cuatro horas de navegación por un tortuoso sendero fluvial y cerca de dos de ascenso al mirador. Sin embargo, a un costo mayor, los más aventureros tienen la oportunidad de avistar el salto desde una avioneta. En el aeropuerto de Canaima, se ofrecen sobrevuelos.

La ruta parte desde cualquiera de los campamentos ubicados alrededor de la laguna de Canaima, con la compañía de un guía de la zona. “Son, principalmente, los indígenas pemones, quienes son guardianes del parque y están preparados y capacitados”, destaca Parra.

Sin embargo, son pocos los nacionales que conocen esta maravilla natural. Algunos, por encontrarse aislada en una región selvática y por el desinterés por los destino naturales. Otros, por los elevados costos de la excursión.



Salto Ángel no desparecerá por falta de agua

Pero, entre 2009 y 2010 su afluente experimentó quizás uno de sus más bajos caudales y perdió su esplendor, mostrándose como “un hilo de agua”, como consecuencia de la ausencia de lluvias en la zona, causada por el fenómeno “El Niño”, que causó alarma ante su posible desaparición.

“No hay que alarmarse, ese fenómeno no tiene nada que ver con el cambio climático y el Salto Ángel no va a desaparecer. La disminución de su caudal era de esperarse para esta época”, declaró a los medios, en marzo de 2010, el biólogo Diego Díaz Martín, presidente de la ONG Vitalis y jefe del departamento de Estudios Ambientales de la Universidad Metropolitana, de Caracas.

En esa oportunidad, el entonces ministro del Ambiente, Alejandro Hitcher, aseguró tener “unas fotos peores del año 2003, en ese año casi se secó totalmente. (…) Prácticamente, se secó cuando se dio aquella vez el Calentamiento del Océano Pacifico Ecuatorial (Cope). (…) En el año 2003 bajó más sus niveles y se recuperó nuevamente”.

Fuente: www.viajesaventura56.com,  publicado por www.ablturismo.com

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