Estuve en...El laberinto andaluz
Martes, 19 Febrero 2013
Le pregunté a un habitante del laberinto cómo llegar a mi destino. Con voz alta y un chisteo en su hablar finalizó su explicación con una inolvidable indicación: "Cuando llegues allí le preguntas a otra persona cómo continuar". Siempre que olvidé colocar el mapa en mi mochila recurrí a la ayuda de los sevillanos para proseguir mi recorrido. Cuando hoy pienso en el sur ibérico, mis oídos reciben el susurro nostálgico del punteo de una guitarra, el taconeo y las palmas flamencas de un año atrás.
El calor otoñal me abrazó cuando llegué a Sevilla en los últimos días de septiembre. Todos los informativos nacionales, desde el inicio del verano boreal, se encargan de encumbrar a la capital andaluza en el ranking de temperaturas elevadas.
La ciudad cimentada a orillas del río Guadalquivir ofrece parques y jardines donde refugiarse de los ardientes rayos del sol. La cerámica incrustada en techos, barandillas y suelo fusiona la infraestructura europea con una pincelada arábiga que embellece portales y monumentos. Me enamoré de esas enredadas callejas angostas repletas de balcones que tejen una ciudad muy pintoresca. Salir sin el plano en mano es una invitación a perderse por el laberíntico entramado del casco antiguo. Pero si la prisa acorrala y el camino marea, el mejor GPS es recurrir a los oriundos. Los predispuestos pobladores me sedujeron con su carácter extremadamente alegre y sus constantes invitaciones a ir de tapas y cañas.
Durante mis cortas semanas como residente sevillano, la adrenalina aceleró mis pies sobre los adoquines para conocer una de las catedrales góticas más grandes del mundo donde descansa parte de los restos de Cristóbal Colón, adentrarme en los recintos árabes de los Reales Alcázares, admirar la monumental Plaza España, encontrar una iglesia cada dos o tres calles, recorrer el tradicional barrio de Triana y cruzar los diversos puentes sobre el Guadalquivir, entre una numerosa cantidad de monumentos y paseos más.
Sevilla tiene mil cosas que sólo tiene Sevilla es la frase de una canción que resume las maravillas que refugia el principal municipio andaluz. A diario vienen a mi mente las banderillas locales de color carmesí que llevan una extraña inscripción en dorado. A pesar de estar a casi diez mil kilómetros, adhiero a la lectura popular del estandarte para decir que Sevilla no me ha dejado.
Juan Diego Maldonado
Portal de América - fuente: Suplemento de Turismo de La Nación - www.lanacion.com.ar





