Lágrimas de cocodrilo
Domingo, 07 Octubre 2012

Lágrimas de cocodrilo
Sentados alrededor de una gran mesa, autoridades nacionales, intendentes, directivos de clubes sociales, dueños de fábricas y expertos en salud pública y medio ambiente ponen cara de preocupados, se rasgan las vestiduras, se lamentan y afirman con convicción que esto no puede quedar así. El lago azul de Ypacaraí es una riqueza natural y turística nacional y lo han convertido en un estanque peligroso. ¿Quiénes son los culpables? Exactamente todos y cada uno de los que están sentados en esa reunión.
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por Ilde Silvero, ABC Color

Siguiendo la fábula del cocodrilo que llora mientras devora a su víctima, las autoridades nacionales y regionales así como los empresarios vinculados al lago Ypacaraí han sido y son los autores de este crimen ecológico de haber convertido una riqueza natural en una fuente de peligro para la salud humana.

Las aguas cristalinas del precioso lago son hoy un líquido verdusco, licuado, lleno de excrementos y con algas tóxicas para el ser humano. En vez de inspirar poemas románticos, induce a colocar un letrero con una calavera y la advertencia de “Peligro”.

Los primeros responsables son los intendentes de las ciudades que rodean al lago: Areguá, Ypacaraí, San Bernardino y Altos. Tales municipios descargan sus cloacas en el lago, sin un tratamiento previo de las aguas servidas.

Luego están los numerosos clubes bordeando el lago que también evacuan sus aguas negras en el mismo lugar, aunque algunos tengan plantas de tratamientos absolutamente insuficientes.

También están quienes se hacen llamar empresarios porque han instalado fábricas en el entorno del centro turístico pero, oh casualidad, los desechos industriales van directo al lago.

Asimismo, hay varias urbanizaciones de barrios coquetos junto al famoso lago cuyos desechos por supuesto que tienen idéntico destino.

Contribuyen al delito ecológico los deportistas náuticos quienes no tienen duda alguna en arrojar al lago sus residuos y los aceites sucios de sus embarcaciones.

Año tras año, día tras día, el lago es bombardeado con toda clase de basura y materia fecal, hasta haberlo convertido en una nauseabunda cloaca a cielo abierto.

Ahora los cocodrilos lloran ante el lago muerto. El Ministerio de Salud Pública envía muestras del agua a San Pablo para saber en qué cosa horrible se convirtió el agua; la Secretaría de Turismo hace un llamado por nonagésima novena vez a los municipios y empresas que no tiren agua sucia al lago; los intendentes y concejales municipales dicen que van a ejercer un estricto control para exigir a todos la construcción de plantas de tratamiento de aguas; los clubes sociales enviarán cartas de advertencia y concienciación a sus socios; el Gobierno central pedirá un multimillonario préstamo a los japoneses para buscar una solución de fondo, etc., etc.

Mientras todo el mundo se golpea el pecho en señal de arrepentimiento y hace propósitos de enmienda, cada hora que pasa el lago sigue recibiendo más y más residuos cloacales.

El lago está muerto, el crimen ecológico está consumado. pero nadie es responsable de nada. Impunidad total. Castigo cero. Hay que encontrar un Jesús que resucite a Lázaro. Dicen que la fe mueve montañas. ¿Podrá la fe hacer desaparecer los materiales contaminantes del lago?

Portal de América - Fuente: www.abc.com.py

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