Endeudados
Domingo, 09 Septiembre 2012
Ofertas, descuentos, Black Friday, Agosto Off, entre otras incontables de promociones, son tentaciones permanentes para utilizar estrategias ingeniosas de crédito. Algunas personas aprovechan la posibilidad de adquirir, a mejor precio, un bien que de todas maneras iban a comprar. Sin embargo, la mayoría no realiza un análisis sobre la conveniencia de cada compra, la forma de pago y el costo financiero asociado a ello, cayendo luego en la imposibilidad de cumplimiento de estas obligaciones en el tiempo y forma acordado.
por Gloria Ayala Person, ABC Color
Entre fuerzas
La innovación comercial que planteó estrategias agresivas hacia el consumo, como han sido puntualmente los diversos Black Friday y el Agosto Off, han sido positivas para los comercios que lograron levantar el volumen de ventas y aumentaron la rotación de sus inventarios. Esto a su vez genera un espiral de ingresos en cascada, pues si el comercio vende, comprará más productos de los proveedores, pagará comisiones a los vendedores, obtendrá un flujo de caja positivo para el pago de deudas, compromisos sociales, etc.
El resultado fue asombroso: la ciudad acogió una gran movilización de compradores quienes en su mayoría atestiguan haber conseguido productos de última tecnología con importantes descuentos, una zona conocida por recibir casi exclusivamente a compradores brasileños se vio abarrotada de paraguayos que llegaron desde diversas ciudades del país activando, en los días siguientes al Black Friday, un turismo interno poca veces visto en esa región.
Efectos
Entonces, por un lado coincidimos con el análisis macroeconómico de que la activación de la demanda es necesaria, pues genera un flujo de ingresos positivo que impacta en toda la economía. Pero, por otro lado, debemos también comprender el efecto que esas ventas pueden acarrear en quienes efectúan las compras.
Para aquellas personas que se limitaron a comprar aquello que de todas maneras iban a adquirir porque estaba en su presupuesto del mes, estas promociones fueron beneficiosas ya que aprovecharon la oportunidad de realizar compras inteligentes y tendrán por tanto un impacto positivo en sus respectivos ingresos, dado por el ahorro entre el precio corriente y el de adquisición y esa diferencia podrán ahorrarla, invertirla o gastarla en otro bien.
Por el contrario, quienes no contemplaban la posibilidad de compra y solo han adquirido bienes para “aprovechar” los descuentos, probablemente encuentren que sus ingresos han disminuido relativamente, pues cuando usamos nuestro dinero en algo que no estaba presupuestado, probablemente nos faltará para los demás bienes y servicios que consumimos cada mes.
A esta situación, se le deben sumar dos efectos que ocurren cuando las compras se han hecho a crédito, como sucede cuando utilizamos como medio de pago y financiación, la tarjeta de crédito. Es llamativo que cuando accedemos, por ejemplo, a una promoción que nos ofrece algún descuento o hasta 12 cuotas sin intereses, tenemos la sensación de que esa compra nos ha salido gratis. El problema se presenta cuando debemos pagar las cuotas mensuales de la compra realizada. En relación a los efectos, el primero lógicamente es el costo financiero producto de los intereses, seguro, emisión, etc relacionados con la herramienta Tarjeta, y el segundo, la consecuencia de tener un egreso mensual que afectará a nuestra capacidad de realizar otras compras.
Entonces, cuando se ha comprado un producto que no solemos adquirir ordinariamente en cuotas, sea o no un bien superfluo, esas mensualidades utilizarán una parte de nuestros ingresos que podrían estar comprometidos a gastos fijos o variables tipificados como ordinarios.
La respuesta es obvia, pero el problema radica en que si no pago la cuota del préstamo (o de la tarjeta de crédito) tendré que asumir los costos financieros (intereses) relacionados a la financiación y si no pago por lo menos el mínimo de la cuenta entraré en morosidad.
Ante esta situación, la persona aquejada por el problema, evitará realizar más o nuevas compras, incluso afectando a sus compras habituales, lo que hace retroceder la dinámica de la demanda generada por las promociones. Por eso, es fundamental que los comercios comprendan que las promociones excesivas pueden cumplir el viejo adagio “pan para hoy, hambre para mañana”. A nadie le conviene un cliente quebrado.
Por otro lado, al elevarse la morosidad del sistema, los bancos aumentan la tasa de interés de los créditos, lo que a su vez implica un mayor costo financiero que afecta tanto a los empresarios. La prudencia siempre es importante, el dinamismo comercial es clave para el crecimiento y desarrollo económico, pero como casi todo en la vida, la búsqueda del equilibrio consiste en determinar la medida adecuada de cada acción, para poder asumir las consecuencias de las reacciones. Sigamos Hablando de Dinero, así aprendemos a manejarlo mejor.
Portal de América - Fuente: www.hablandodedinero.com, publicado por www.abc.com.py





