Testigo protegido con vistas a la Alhambra
Lunes, 21 Noviembre 2011

La fachada nazarí del Alhambra Palace sigue intacta desde que Alfonso XIII lo inaugurara en 1910. Pertenecer a la Ciudadela del monumento granadino, custodiada por la Unesco, tiene parte de 'culpa'. Nos colamos en su historia, escrita por Lorca, Orson Welles o Sartre.

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por Isabel García

Quería reivindicar el cante jondo y lo hizo desde el teatro del hotel Alhambra Palace. Allí, en lo alto del castizo barrio del Realejo granadino, presentó Federico García Lorca la primera edición del concurso en honor de tan arte andaluz. Avanzaba junio de 1922 y el escritor se arrancó con algunas de las piezas que luego formarían su mítico Poema del cante jondo. A su lado estaban el compositor Manuel de Falla y el pintor Ignacio Zuluoga, co-impulsores del concurso y habituales también del hotel que nos ocupa, ése situado a dos pasos de la Alhambra que, con sus 101 años a cuestas, ha visto desfilar mil y un pasajes de la Historia, granadina al menos.

Lorca, Falla (que vivió a un par de minutos del hotel hasta finales de la Guerra Civil) y Zuloaga son algunos de los personajes que forman parte del Libro de Oro del Alhambra Palace, estrenado por el mismísimo rey Alfonso XIII, quien el 1 de enero de 1910 inauguraba las instalaciones de este palacio de aires nazaríes y vistas formidables. Léase casco antiguo de Granada en toda su plenitud y, más allá, Sierra Nevada.

El gitano de Rock Hudson

La fecha de la apertura encaja con su condición de segundo hotel en activo más antiguo de España. Aunque no todos los historiadores se ponen de acuerdo, parece que el primero está en Madrid: la céntrica Posada del Peine. El diseño neomúdejar fue cosa del duque de San Pedro de Galatino, que se propuso situar a Granada entre las top ten del turismo patrio por aquella época. Lo consiguió con este hotel de lujo que hizo las veces de casino y que pronto se llenó de personalidades: Charles de Gaulle, Vivien Leigh, Burt Lancaster, James Stewart, el rey Fayd de Arabia, el Dalai Lhama, Rockefeller, Sofía Loren, Gene Cernan, comandante del Apolo 17 y el último hombre en pisar la Luna...

Cada uno tiene una historia. Como Orson Welles, que rodó aquí junto con Charlton Heston algunas escenas de su particular Don Quijote, película, por cierto, inacabada. O Rock Hudson, al que, sueltan las malas lenguas, vieron bien acompañado de un gitano del Sacromonte. Igual de polémica fue la visita de Jean-Paul Sartre, a quien se le acercó un compatriota francés durante el desayuno para llamarle algo así como izquierdista de pacotilla. O lo que es lo mismo: «¿Cómo es posible que vaya de progresista si viaja como un burgués alojándose en un hotel de reyes?». El cabreo del filósofo (escoltado por Simone de Beauvoir) fue monumental.

La lista de celebridades made in Spain continúa con Rafael Alberti, Antonio Gala, Pedro Almodóvar (que rodó por estos lares), Enrique Loewe, la selección de fútbol al completo... De vuelta a las bondades del hotel, la fachada color naranja galatea (el mismo tono que predomina en la Alhambra) se mantiene casi intacta por orden expresa de la Unesco, al pertenecer a la Ciudadela del monumento granadino por excelencia.

Como en la Capilla Sixtina

También tuvieron culpa de esta buena conservación las monjas que custodiaron el recinto (convertido en hospital) durante la Guerra Civil. Se las ingeniaron para pintar una cruz roja en las ventanas, de forma que los bombardeos pasaron de refilón. Una vez dentro, los artesonados de madera del hall, los arcos en cada puerta de acceso, los azulejos entre dorados y azules y las cerámicas de motivos geométricos rescatan el imaginario mozárabe de la zona. No en vano, el hotel contó con su propio taller de yesería para la conservación del edificio hasta los años 70.

Es más, una sola persona repintó un comedor a mano tal y como se hizo con la Capilla Sixtina: boca arriba, en posición horizontal y desde un andamio. Pese a tanta suntuosidad (amantes del minimalismo, éste no es su sitio), la decoración de las habitaciones, mucho más sobria que las estancias comunes, logra un ambiente acogedor y definitivamente agradable. Aun así, las más antiguas se remodelarán en breve. Si a eso se unen las ya piropeadas vistas, todo cuadra.

Portal de América - Fuente: www.ocholeguas.com

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