Los tesoros de Moscú
Jueves, 29 Septiembre 2011
A pesar de que finalizaba el invierno, la llegada al aeropuerto de Domodédovo no hacía presagiar que la temperatura en Moscú iba a ser agradable. Todo cubierto de nieve y un -15º C en los termómetros del caótico pero particularmente bien organizado aeropuerto.
por J. A. González Pérez
Hay varias formas de desplazarse al centro de la ciudad, pero nosotros habíamos cerrado un acuerdo con una persona que haría las funciones de taxista para llevarnos al centro de la ciudad. Esta actividad está bastante extendida en la capital moscovita y socialmente muy aceptada. El tráfico es muy denso, desordenado y desesperante.
Los cincuenta kilómetros que separan el aeropuerto de las avenidas fundamentales pueden hacerse en tres horas con mucha suerte. Las escenas que pueden apreciarse son variopintas y la llegada a la ciudad sorprende por las reminiscencias del periodo soviético que se aprecia en la periferia de la misma.
Lucha contra el frío
Después de llegar al hotel nos atrevimos a bajar por la Tverskaya en una lucha psicótica contra el frío. Merece la pena superarlo, puesto que la escena visual de la Plaza Roja es majestuosa y embriagadora. La visión de la archifamosa Catedral de San Basilio te paraliza y cuando te quedas quieto en la mastodóntica plaza imaginando a través de flashbacks lo que la misma ha significado para la historia reciente de Rusia, no puedes sino disparar compulsivamente con la cámara para que la instantánea salga con la neutra nitidez de la imagen que estaba formada en tu subconsciente.
Tuvimos la suerte de encontrar abierto y visitable el mausoleo de Lenin. Hay que aguantar una desordenada cola pero avanza rápida y, para dejar a buen recaudo los enseres (están prohibidos los móviles, cámaras fotográficas, etc... en el interior) hay un pseudo-estanco en el que por 20 rublos puedes dejar tus pertenencias cual segura consigna de cualquier estación de tren.
El protocolo organizado en torno a la breve visita de la momia de Lenin no deja indiferente a nadie. Disciplina militar custodian las dependencias del primer líder de la URSS. El visitante sólo puede rodear la tumba y no hay tiempo para la parada frente al mismo. Es suficiente para observar parte de la historia contemporánea de Europa a través de tus pupilas. Coger el metro y desplazarse por la ciudad subterránea de Moscú a través de los largos anillos concéntricos que la unen es otra de las experimentaciones obligadas para quienes la visitan.
El metro, una obra maestra
El homenaje al proletariado es una obra maestra cuidada con recelo. Las estaciones de Teatralnaya, Park Kultury, Revolutsii... bien merecen una parada para contemplar las esculturas, mosaicos y la brillante arquitectura de cada una de las estaciones. A través del metro se puede llegar al Arbat, un barrio cosmopolita y totalmente occidentalizado donde encontrar las mejores tiendas, restaurantes y hoteles de Moscú.
Una calle peatonal apta para las compras y el disfrute culinario. Por último, destacar el monasterio Novodévichi, lugar apartado del camino pero sumamente espectacular por su entorno y su característica arquitectura, la cual forma parte del Patrimonio de la Humanidad.
Portal de América - Fuente: www.ocholeguas.com





