Donde cayó el avión
Sábado, 24 Noviembre 2012
Todas las semanas aparecen nuevos casos de los que también perdieron con la caída de Pluna: los pasajeros que pagaron y no pudieron viajar. Está difícil para ellos.
Un mal viaje
por Sebastián Cabrera
A Valentín Morales le llegó esta semana la sexta y última cuota del viaje a Chile. Ya está. Ya no debe más nada de un viaje que, si lo hizo, fue gracias a las "millas" de su cuñado porque nunca pudo usar los cuatro pasajes de Pluna que había comprado en la web y por los que acaba de pagar 180 dólares. Lo más seguro es que nunca podrá recuperar el dinero. Con mucha suerte, las acciones que presentó ante la Justicia tendrán éxito a mediano plazo.
Pero, él sabe, es difícil que eso suceda.
El viaje a Chile no era porque sí. En octubre se festejaba el cumpleaños de 15 de una sobrina que vive en Santiago y había que ir. Así que, a mediados de año, Morales (el nombre no es real, pidió no ser identificado) empezó a buscar precios y las ofertas de Pluna eran notoriamente mejores que las de la competencia.
Pero la empresa cerró el jueves 5 de julio y ahí arrancaron los días de nerviosismo y estrés. En Defensa del Consumidor le dijeron que no podían hacer nada. En el Ministerio de Turismo ni le respondieron y en el banco le hicieron llenar un formulario. Pero no le hicieron promesas de devolución. Más bien, lo incentivaron a que siguiera pagando si no quería tener problemas. Le explicaron que la tarjeta ya le había pagado a Pluna, así que no había cómo dar marcha atrás en lo abonado. Y Pluna, todos sabemos, había cerrado. "¿A dónde fue a parar aquella plata?", se pregunta hoy.
Morales charló con su mujer y quedó claro que no podían volver a pagar los 1.000 dólares. O quizás más, porque LAN había subido los precios tras el cierre de la aerolínea uruguaya. La fiesta de 15 la seguirían desde lejos, por las fotos de Facebook o los videítos que les pasaran por mail. Pero llegaron las palabras mágicas. "Dejá que te saco los pasajes con millas", le dijo el hermano de su mujer desde Chile. Y así, gracias a esas benditas millas, es que Morales, su mujer y sus dos hijos pudieron viajar a Santiago. A pesar de Pluna.
Igual, se sumaron a un colectivo que se llama "Grupo de damnificados por Pluna", que presentó demandas ante la Justicia. La abogada Gisleine Barboza representa a ese grupo y, en total, son unos 5.000 pasajes. También hay otros abogados que han realizado reclamos judiciales, pero este es el más convocante.
Cuatro meses después del cierre de Pluna, hay muchos pasajeros que todavía siguen pagando las cuotas de la tarjeta por un viaje que nunca hicieron o que tuvieron que volver a comprar. Los viajeros -en Uruguay, en Argentina, en Brasil, en España o donde sea- son los protagonistas anónimos del cierre de la aerolínea. De los que casi nadie habla. Pero detrás de cada pasaje hay historias. Como la fiesta de 15 de la sobrina de Morales. Hay viajes de estudio o por motivos de salud. Hay reencuentros o desgracias familiares. Hay vacaciones frustradas, que se caen de un momento para el otro porque alguien decidió que lo de Pluna ya no daba para más. Y chau viaje.
No está del todo claro cuántos son los perjudicados, porque hay agencias de viaje que resolvieron situaciones y porque algunas tarjetas y bancos devolvieron lo pagado. Pero no todos. Al principió se habló de 70.000 afectados a los que en total se les debía unos siete millones de dólares. Luego se habló de unos 40.000. Hoy serían menos.
Ante el Ministerio de Turismo hay 3.800 denuncias presentadas, la gran mayoría de uruguayos que compraron por la web. Cuando alguien compró solo el pasaje y no un paquete turístico a una agencia, "no podemos hacer nada", dice el subsecretario de Turismo, Antonio Carámbula. Porque se entiende que, en el caso de los paquetes, la agencia jurídicamente debe responder. Mientras, el Área de Defensa del Consumidor, que funciona en la órbita del Ministerio de Economía, recibió 1.113 reclamos hasta ahora. Esa oficina se limitó a remitir las denuncias al Ministerio de Turismo.
CON LA VALIJA DESPACHADA. Rosario Peralta es uruguaya pero vive en San Cugat del Vallés, un pueblo cerca de Barcelona en España. Justo unos días después del cierre, iba a viajar en Iberia a Montevideo a pasar sus vacaciones. "Cuando oía todo lo de Pluna, pensaba qué suerte, que conmigo eso no iba", dice por teléfono, con un acento a medio camino entre el español y el uruguayo. Pero su boleto, en realidad, había sido comprado a Pluna casi un año antes, así que ella era pasajera de la aerolínea uruguaya, aunque volara en Iberia.
La noche anterior la llamaron de la agencia de viajes, que se llama "Rumbo a América" y sus propietarios son ex empleados de Pluna en Barcelona, para que fuera temprano al aeropuerto de El Prat. Así que, aunque viajaba de noche, a las 8 de la mañana estaba en el aeropuerto. Y no tuvo problemas: le despacharon las valijas y le dieron las dos tarjetas de embarque, para el vuelo Barcelona-Madrid y Madrid-Montevideo.
Peralta, de 52 años, respiró aliviada. "Perfecto, viajo", pensó. Pero a las cinco de la tarde la llamaron de Iberia y le dijeron que fuera a recoger las valijas. No podía viajar. Justo ese día el presidente José Mujica había anunciado que no se haría cargo de ningún pasaje e Iberia decidió cortar todos los boletos que tenía en acuerdo con Pluna.
Hoy cree que debió haberse plantado más fuerte y debió haberles dicho que, de ninguna manera, que ella ya tenía las tarjetas de embarque y el equipaje despachado. Pero no lo hizo. "En ese momento no sabés que hacer", cuenta. Lo cierto es que lo único que le ofreció Iberia fue volver a comprar un pasaje ida y vuelta. Ella terminó diciendo que no. Optó por protestar ante la agencia y ante los organismos de defensa al consumidor y quedarse en Barcelona. No estaba dispuesta a pagar otros 1.300 euros o más.
Pero el destino le tenía preparado una vuelta de tuerca. Al día siguiente la llamaron desde Montevideo: se había muerto su padre de un infarto. Así que Peralta salió a comprar un pasaje de apuro al precio que fuese y, dos días después, estaba sentada en el avión de Iberia con toda la tristeza que alguien puede sentir cuando se muere un ser querido y encima uno está a miles de kilómetros de distancia. "Si yo hubiera volado el día que me correspondía, hubiera visto a mi padre", se lamenta hoy. "Afectaron la vida de una persona y eso no me lo devuelve nadie".
Pero la historia no termina ahí. "Ahora estoy en otra", dice Peralta y suelta una risa resignada. En Navidad viaja a Uruguay y ya perdió el tramo Montevideo-Buenos Aires, que lo tenía en Pluna. "Pero, lo que es peor, por ser `pasajero Pluna` en TAM, nos cambiaron de día el vuelo San Pablo-Montevideo", relata. Y ahora deberá estar toda la noche en el aeropuerto de San Pablo, donde la compañía no se hace responsable y no le paga el hotel. "Nos tocará dormir en un asiento del aeropuerto. Y todo esto es por Pluna", concluye.
Alicia Cabrera es amiga de Rosario Peralta y viajaba un día después. Por eso, ya sabía que no la iban a dejar subir al avión. Igual, fue al aeropuerto y terminó comprando un pasaje de Iberia porque tenía que venir a Montevideo a ver a su madre. "Terminé comprando un billete en el mismo avión, pero gasté el doble", dice.
Cabrera reclamó a Pluna y al Ministerio de Turismo en Uruguay, pero nadie le contestó. Sin embargo, tiene expectativas de que su reclamo ante la Agencia Catalana de Consumo tenga buen final porque hace 15 días se contactaron con ella, le dijeron que estaba en curso su reclamación y le pidieron que presentara la tarjeta de embarque y el tíquet.
-¿Esto lo hacen de trámite o porque hay alguna posibilidad? -les preguntó.
-Señora, si se lo estamos pidiendo es que hay alguna posibilidad -le respondieron, sin dar mayores detalles.
Ahora espera que el nuevo año arranque con una indemnización a su favor.
UNA CAUSA. La abogada Gisleine Barboza recibe casi cada día una llamada o un correo electrónico de algún pasajero damnificado que quiere sumarse a las acciones judiciales. No siempre las consultas son locales: han llegado decenas y decenas desde Argentina, ya que allí Pluna también ofrecía pasajes a precios bajos, muchas veces tomando a Montevideo como una escala hacia otro país.
Pero ella ya cerró la lista: presentó reclamos por unos 5.000 pasajes y no quiere ampliar el grupo porque no puede. No tiene tiempo y no quiere seguir desatendiendo a sus clientes. "Ya se me quejan cuando me ven en la tele hablando de esto", dice Barboza, mientras revuelve papeles en su pequeño estudio en un piso 10 de 18 de Julio y Vázquez.
Porque la abogada, de 27 años, trabaja en forma honoraria en esta causa (solo cobra una partida para gastos, como fotocopias y timbres). Es parte de un grupo de unas 10 personas que se mueven en forma activa. Ella también es damnificada: tenía pasajes para Rio de Janeiro en setiembre, ese era su regalo de cumpleaños. Pero en setiembre estuvo bien lejos de la playa de Copacabana, el Corcovado y las caipirinhas: se la pasó trabajando para las tres tandas de demandas presentadas.
Barboza compró dos pasajes por internet el 3 de julio, dos días antes del cierre. En la web, dice ella, Pluna ofrecía promociones a precios irrisorios. "Sin ir mas lejos, yo compré dos pasajes a Rio casi que al precio de uno", cuenta.
Ni bien supo del cierre, la abogada fue hasta Pluna, donde encontró las puertas cerradas y un guardia de seguridad atrincherado. Ahí había varias decenas de personas en la misma situación que ella, algunas con valijas.
En ese pintoresco escenario se empezó a crear el "Grupo de damnificados por Pluna". Darío Martínez, uno de los que después se convertiría en vocero del grupo, sugirió seguir en contacto y por eso todos los que estaban ahí intercambiaron los correos electrónicos.
Lo primero que hicieron fue presentar una denuncia ante Defensa del Consumidor, que "no sabía qué hacer". Después esas denuncias fueron archivadas. "Porque Defensa del Consumidor lo que hace es intimar a la empresa a que cumpla o aplicar multas", explica la abogada, "y ellos entendieron que, ante una empresa en concurso, no podía hacer ninguna de las dos cosas".
A nivel judicial, el grupo había decidido llevar a Pluna a concurso porque "no es lo mismo que la empresa diga que es insolvente a que sean los propios acreedores los que lo hagan". Pero tuvieron una reunión en Presidencia y les pidieron que no lo hicieran. Dos días después de eso, el 11 de julio, Pluna se presentó a concurso, lo que implica que los bienes quedaban "atrapados" para pagar las deudas. Pero el 17 de julio se votó la ley 18.931 que creó un fideicomiso para que los aviones fueran subastados extrajudicialmente.
Las acciones judiciales del grupo de damnificados, entre ellas un recurso de inconstitucionalidad contra la ley 18.931, fueron presentadas en setiembre, pero el proceso global puede demorar varios años (ver recuadro).
La abogada cuenta que no todos los que la consultan se animan a hacer un reclamo. "Ay, doctora, yo pagué 300 dólares, no sé si me vale la pena", le han dicho. Y ella, para esos casos, ya tiene un discurso armado. Pone un tono de voz que anuncia que se viene algo importante y, como si fuera una diputada, responde: "¿Sabe por qué le vale la pena? Acá es algo más importante que sus 300 dólares. Acá es la conciencia de un pueblo y eso pesa mucho más. Un pueblo que tolera ciertos abusos está condenado a desaparecer".
Entonces dice que el cierre de Pluna no solo dejó a gente sin sus vacaciones. Y relata el caso de un niño de tres años que se iba a Chile a realizar un costoso tratamiento médico. La familia tuvo que volver a pagar los pasajes.
Nicolás Duje, un estudiante cordobés de ingeniería electrónica, es uno de los 5.000 que representa Barboza. Está de intercambio estudiantil en Montevideo y había comprado por internet su pasaje ida y vuelta a fines de junio, que la facultad después le reintegraría. Duje, de 23 años, temía que los pasajes subieran de precio pero hoy lamenta haberse apresurado. La facultad le comunicó que no le pagaría los más de 300 dólares del boleto perdido, así que él se hizo cargo.
Al final viajó en ómnibus hasta Buenos Aires y de allí en Buquebus a Montevideo. El pasaje de regreso, previsto para enero, todavía no lo compró. No quiere que le vuelva a pasar lo mismo y esperará hasta último momento. Duje seguirá las instancias judiciales desde Córdoba, pero no tiene muchas expectativas de un final positivo. "Leo que a Pluna solo le quedaron los aviones y que el remate no salió", dice. El reclamo, eso que los argentinos tienen bien incorporado, lo hizo para "hacer algo" y evitar que se repitan historias parecida. "Da bronca que dejen tirada a la gente", dice, con el clásico tono cordobés.
Desde Barcelona, Andrés Taroco (37 años) y su esposa Silvana Piani (40) también han seguido el reclamo judicial que presentaron en setiembre en Montevideo. Ellos estudian en esa ciudad española y compraron en marzo por internet los pasajes para venir a Montevideo con su hija de seis años. El plan era dejar -por los tres meses del verano español- el apartamento que alquilan allá y, con ese dinero ahorrado, pagar la estadía en Uruguay.
Viajar en Iberia pero con un pasaje de Pluna les salía unos 200 euros más barato por persona: era negocio. Pero terminaron pagando una "tarifa rescate" que les ofreció la empresa española: 750 euros por pasajero solo la ida. Agacharon la cabeza y aceptaron: al final gastaron unos 5.000 dólares en total. "Fue el viaje más caro que hice en mi vida", dice Taroco.
Ya en Montevideo, se sorprendieron porque no vieron preocupación del sistema político ni de los medios por la situación de los pasajeros. "Se cayó Pluna y lo nuestro no importaba", reflexiona.
No fue el caso de Taroco pero, aunque parezca raro, algunos reciben buenas noticias. Hace algunas semanas Alvaro Díaz -uno de los 5.000- escribió a sus compañeros de demanda que, tras "no menos de 20 quejas", el banco le acreditó en el estado de cuenta de su tarjeta el monto del pasaje que había comprado dos días antes del cierre. Quizás para no parecer egoísta, Díaz seguirá formando parte de la demanda colectiva: "Solo hay que avisar por escrito que uno de los damnificados pudo resarcirse del dinero", le escribió a sus compañeros.
Su historia, cuando menos lo esperaba, tuvo un final feliz.
3.800 denuncias fueron presentadas ante el Ministerio de Turismo, según las estadísticas de la cartera.
5.000 reclamos fueron presentados ante la Justicia por una sola abogada. Se estima que hay más.
300.000 dólares dispuso en julio el Ministerio de Turismo para el regreso de afectados por el cierre.
LA CONECTIVIDAD Y LOS EMPLEADOS
Chau bandera
Un proyecto de ley impulsado por el gobierno permitiría -de aprobarse- que una cooperativa de ex trabajadores de la empresa pueda arrendar los siete aviones que parecía iban a ser comprados por la empresa española Cosmo. Según el proyecto, quienes eran empleados de Pluna tendrán preferencia para arrendar y operar la flota de siete Bombardiers, pero no será impedimento para que otros puedan gestionar los vuelos. De todas formas, en declaraciones que el ministro de Transporte y Obras Públicas, Enrique Pintado, hizo el martes por la noche, y que El País recogió, estaba implícita la admisión de que serán los ex empleados de la aerolínea quienes se encargarán de asegurar la "conectividad" que en un momento preocupó al Poder Ejecutivo.
Pintado dijo que el gobierno se llevó una desagradable sorpresa cuando ofertó la flota: "A aquellos que pensábamos que era un negocio, que todo el mundo se iba a desesperar, el mercado nos dio una cachetada". El ministro también dijo que, más allá de quién se ocupe de la conectividad, el negocio aéreo es una cosa del pasado para el Estado, que pondrá una suma no especificada para reactivar el negocio: "Algo el Estado tiene que poner", siempre que sea "predecible y no sea una especie de barril sin fondo". Y explicó: "Lo otro que aprendimos es que el Estado no puede tener una aerolínea de bandera".
Pintado, junto al ministro de Economía Fernando Lorenzo y la ministra de Turismo Lilián Kechichián, coincidieron en que la nueva aerolínea que se crearía con los activos de la ex Pluna debe ser operada por privados y sin subsidios.
Al respecto, Lorenzo dijo que hay que aprovechar el activo que representan los aviones, pero acotando las pérdidas y sin que el Estado participe del capital accionario de una nueva compañía.
A todo esto, lo curioso es que esta semana Pluna fue elegida entre las 10 mejores aerolíneas de 2012 en América del Sur según la consultora especializada Skytrax, que aclaró que la empresa ya no vuela. Pluna también fue elegida segunda entre las "aerolíneas regionales" de América del Sur. Trip Linhas Aéreas ocupó el primer lugar.
LOS RECLAMOS ANTE LA JUSTICIA
"¿Dónde están las tasas?"
El autodenominado "Grupo de damnificados por Pluna" presentó una primera tanda de reclamos el 5 de setiembre. Ese día llevaron al juzgado de concurso de primer turno un escrito denunciando sus créditos, es decir, aportaron pruebas para integrar el grupo de acreedores que cobraría en el proceso de concurso. También solicitaron la inconstitucionalidad de la ley 18.931 votada el 17 de julio, que habilitó
la subasta de los siete aviones de la liquidada Pluna. Ellos entienden que se vulneraron principios constitucionales básicos y que esa ley los perjudicó porque quitaron los aviones del activo de la empresa. Ese reclamo está ante la Suprema Corte. Y también pidieron que se eleven las actuaciones a la Justicia penal, porque en el precio del pasaje venía incluido el dinero de las tasas de embarque: consideran que hay apropiación indebida. "¿Dónde está ese dinero que le pagamos a Pluna para que la empresa pague al aeropuerto?", pregunta la abogada Gisleine Barboza. "Hay alguien que tiene dinero para devolver, dinero que no es de él".
Artículo publicado en el Suplemento Qué Pasa del diario El País
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