
por Masría Sara Baroffio, desde Punta del Este
La zona más deprimida de la península es sin lugar a dudas, el triángulo que se forma con el edificio Lafayette en una acera, el viejo Hotel Palace en otra, junto a las ruinas del ex cine Concorde y la galería del Caracol. Estos dos últimos son adefesios testigos de la desidia de gobernantes de varias décadas. Uno de ellos abandonado por decisión del inversor y el otro , una galería comercial transformada por el uso, en complejo habitacional, sin la habilitación pertinente. Allí, el terreno forma una pequeña elevación desde donde se divisan los mástiles del puerto por un lado y por el otro, la encantadora playita de los ingleses. Ambas postales enmarcadas por hileras de frondosas palmeras.
Un paseo por esa zona y por circuitos de arte callejero en Buenos Aires, agitaron la idea de hacer algo con esas ruinas que afean la ciudad y desvalorizan las propiedades vecinas.
Cuatro mujeres para quienes las ideas se llevan a la práctica de inmediato o se olvidan, se propusieron devolverle a esa esquina el encanto de otras décadas. Cual podría ser la solución más rápida para embellecer ese rincón puntaesteño olvidado? Cómo preparar ese pedazo de Punta del Este antes de la temporada y convertirlo en un paseo de arte?
Una cineasta, una comunicadora y empresaria inmobiliaria, una agente de viajes y una comerciante se contactaron con David De La Mano, artista de Salamanca residente en Uruguay, escultor y artista callejero, con una extensa trayectoria como muralista a nivel internacional que ya había realizado algunas intervenciones en Montevideo. Había que encontrar un muro y las miradas se posaron en la fachada del viejo Hotel Palace, el primer hotel de Punta del Este adquirido hace poco por un grupo argentino- uruguayo para un proyecto de edificio de apartamentos y paseo gastronómico, manteniendo el bellísimo jardín interior de araucarias y palmeras. Había que pedir permiso, y conseguir financiación, conseguir andamios y pintura y todo en menos de una semana. Y lo más importante, había que demostrarles a un grupo de jóvenes ensuciadores que se pueden hacer otras cosas con un pincel y un tacho de pintura, que taguear paredes.
Todo Punta del Este ha sido víctima en este último año, del terrorismo del spray y del marcador que algunos jóvenes lugareños empuñan como quienes en otras épocas rasgábamos las cuerdas de una guitarra y entonábamos canciones de protesta. Compiten a ver quién llega a estampar su firma en lugares más altos y más inaccesibles, y la ciudad entera, carteles, muros, arboles, columnas ostentan gigantescos garabatos que nada quieren decir a nuestros ojos y que solo ensucian. Son unos códigos que los adultos no comprendemos y que la ciudad entera padece.
Quien dice haya entre ellos futuros artistas del grafiti!
Los policías comunitarios de Punta del Este están fuertemente comprometidos con la sociedad que protegen y conocen mejor que nadie los desafíos que tenemos por delante como comunidad. Y la deuda con los jóvenes y los espacios públicos es uno de ellos.
Ellos saben quiénes son esos ensuciadores que circulan por las noches y pintarrajean los muros.
A instancias de los policías, se programo un encuentro con los muchachos tagueadores y se les va a contar de qué se trata lo que David hace, cómo lo hace y lo que significa. Los muros intervenidos artísticamente se defienden mejor del vandalismo.
Nada de esto habría sido posible sin las gestiones del alcalde que consustanciado con el proyecto movió cielo y tierra para conseguir lo necesario. Un prueba más en este 2013 de lo que podemos lograr los ciudadanos involucrados en los asuntos de la ciudad, preocupados por preservar y revalorizar nuestro patrimonio. Vivimos en una ciudad turística que mostramos y ofrecemos en todo el mundo. Los anfitriones, antes de recibir visitas, nos vestimos con nuestras mejores ropas. Las ciudades también lo hacen.
Gracias entre otros al Banco Santander, a Candelur, la empresa de alquiler de grúas y andamios, a la Liga de Punta del Este, al Museo Ralli, a Ulbrika la fábrica fernandina de pinturas, a Juan Carlos Sorhobigarat por creer en nosotras y lograr el permiso de los dueños, a la Inmobiliaria Sader, al restorán Miró y a David el artista, por empezar este primer mural del que será el futuro paseo de arte callejero de Punta del Este.
« Una constante en los murales de David es la presencia de hombres como un grupo social que intenta ser un reflejo de lo humano, quienes, de una u otra forma, pareciera que buscan ascender en el propio espacio. « La ausencia de colores y el binomio blanco y negro contrastan con los tonos de la ciudad donde pinta sus murales, al tiempo que juega con la vista entregando una ilusión como si de estampas se trataran”
Mònica Careaga, critica de arte
Portal de América






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