Reto y respuesta de escuelas de turismo ante la lucha Humanismo vs. Inteligencia artificial (II)
Domingo, 18 Agosto 2019

Reto y respuesta de escuelas de turismo ante la lucha Humanismo vs. Inteligencia artificial (II)

Ya son reiteradas las advertencias que desde el sector empleador y de las personas indirecta o directamente involucradas en el turismo se vienen haciendo al mundo académico sobre la necesidad de sintonizarse prospectivamente con las tendencias y particularidades del turismo moderno. Caractericemos hechos relevantes que han influido en el turismo actual, que ahora marcan la pauta para establecer una agenda academica de transformación, actualización y modernización en el contexto operativo y gerencial; el sorprendente y continuo avance de las comunicaciones, los nuevos patrones en los estilos de vida, el cambio climático, el paso avasallante de la tecnología que irrumpe como una cuarta revolución industrial y la globalización hacen de la actividad turística una praxis altamente competitiva, tanto para los destinos, como para las empresas y unidades de facilitación de productos y servicios turísticos incluyendo la propia academia.

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por José Gregorio Angulo Rodrigues, desde Costa Rica

¿Por qué abordar una modernización disruptiva en los programas de estudio de turismo y carreras afines? ¿Para qué la modernización curricular?

La realidad presente y las tendencias, así como la evolución y comportamiento de eso factores determinantes del turismo no se pueden ignorar, sino por el contrario, constituyen un dispositivo de alarma que señala la necesidad de intervención en los mecanismos de planificación y gestión del aparato político administrativo del Estado donde el turismo es una actividad considerada como agente de desarrollo. Por tanto, exige abordarlo como tema de Política de Estado, y no marginalmente relegado solo a la academia. Se trata de tener claridad en la direccionalidad de lo que se aspira como sociedad, como destino turístico o como instrumento para mejorar la calidad de vida de la población, de ser consciente que la educación es el eje trascendental o motor de cambio para cualquier sociedad, y más, para una donde el turismo es una actividad estratégica. Este no escapa a la cadena de valor donde los cambios se inician por el conocimiento, por el desarrollo de habilidades, destrezas, capacidades, actitudes y aptitudes en el factor humano en todos los niveles desde el operativo hasta el estratégico, desde el de investigación, hasta el de socialización teórico o práctico.

Las tendencias y exigencias presentes y futuras plantean la competitividad tanto en operación de la empresa como en el destino turístico a cualquier escala, inclusive la local en su más genuina organización (comunitario) bajo criterios y prácticas de eficiencia económica, innovatividad y liderazgo para enfrentar retos como la competencia desleal y el avance de los hechos relevantes influyentes en el turismo moderno ya previamente nombrados. Es un panorama complejo para el destino y para su factor humano que sufre la seria amenaza de ser desplazado por la robótica y la inteligencia artificial, por lo que debe ser abordado en el primer eslabon, desde la universidad, para la universidad y sus universitarios, para la empresa y el destino, para sus estudiantes y sus docentes, para ser competitivos desde adentro del alma mater y desde el escenario real como destino.

¿Qué se puede hacer para reducir la brecha entre el producto que se genera académicamente y el profesional que está reciclando el mercado en gestión del turismo y sus áreas afines?

Según Hernández (2009) los factores que determinarón la creación de las universidades estuvieron; el dominio de la cultura y la ciencia Griega y Árabe, entre ellos notables como Aristóteles que influencian las enseñanzas cristianas. El surgimiento de la nueva economía monetaria de mercado derivada de la aparición de trabajadores “libres” que ocupan un nuevo lugar en el orden social. Además del aumento de la población suscitado entre los siglos XI y IV que se derivó en el crecimiento del fenómeno de la urbanización, que a su vez trajo consigo cambios en la estructura económica y la organización social, el cooperativismo y los gremios, que determinó el nacimiento de un sorprendente deseo por el saber, muy similar al surgido en el periodo del renacimiento y la Ilustración. Creando un escenario  propicio para el desarrollo científico y el crecimiento del estudiantado en las escuelas, favorecido por los cambios socioeconómicos, entre otros.  

El momento histórico en que nacen las universidades es un periodo de transición medieval, esta institución se convirtió en el motor dinamizador y el brazo articulador entre el pragmatismo del hombre y la razón de la ciencia en la dirección del quehacer humano. La universidad se constituyó en el ente que buscaba explicar “la verdad y la razón de las cosas” que a pesar de su sesgo religioso imperaba el juicio de la ciencia. Su papel es incuestionable. Logró construir conocimiento al inventariar el capital histórico del pasado, crear activos con el acontecer del presente y orientar con razonamiento el desarrollo de la sociedad. Esto es importante reconocerlo, más aún en estos momentos de nuestra actual historia, al cual muchos llaman “el cambio de época” que va más allá de un periodo en cambio.

La expansión y consolidación de la universidad como hecho globalizado en el planeta, trajo consigo la aparición sistemática de ciencias y disciplinas científicas especializadas que organizadas en planes de estudio dieron origen a muchas de las actuales carreras profesionales que hoy conocemos, según Tünnermann (1.996) la primera universidad en América Latina fue en la isla de Santo Domingo, fundada el 28 de octubre del año 1.538 con el nombre de Universidad Santo Tomas de Aquino, y al igual que en Europa también fueron de origen pontificio. Sin embargo, es hasta 1.551 cuando la corona funda la primera universidad real, La Universidad de San Marcos de Lima.

En este sentido, es conveniente relacionar ese marco histórico universitario con la evolución del mundo, en especial el del turismo como fenómeno social de importancia. Por una parte, la universidad seguía un proceso de expansión geográfico y académico en cuanto a carreras y áreas de conocimiento que aún no se detiene ni se detendrá, pues forma parte de su génesis y de su fundamento. Según Acerenza (2006) el año 1.841 es señalado como el inicio de la modernidad del turismo como fenómeno sociológico-geográfico, con la operación realizada por Thomas Cook, quien llevó a cabo la idea de arrendar un tren para transportar 570 personas, en un viaje de 22 millas entre las ciudades de Leicester y Loughborough, para asistir a un congreso antialcohólico. Este hecho selló el inicio del turismo masivo convencional consolidado luego de la segunda guerra mundial. Sin embargo, formalmente el turismo como área de estudios científicos y como actividad académica ocurre luego de unos años de la segunda guerra mundial. Según Rejowski (1996), la creación de los primeros cursos en el área de turismo data del inicio del siglo XX, en países como Francia, Alemania y posteriormente España.

En América latina, es solo hasta el año 1.960 cuando la Universidad Autónoma de México, según resolución del Consejo Universitario de fecha 25 de noviembre de 1.959 cuando se aprueba formalmente las carreras de: Guía Diplomado de Turismo, con tres años de duración y Agente Técnico de Turismo, con cuatro años de duración respectivamente. Posteriormente, países como Uruguay, Argentina, Chile y Venezuela a finales de la década de los años sesenta e inicios de los setenta en el siglo pasado apertura a nivel universitario estudios de turismo como carreras con titulación de licenciados.

Es importante recalcar que estas oportunidades de estudio estuvieron marcadas por programas orientados por el predominio de un modelo industrial, hoy llamado “Modelo Fordista del Turismo” que comenzaba a florecer con el ejemplo de España. Surgían entonces megadesarrollos en Punta del Este y Acapulco que constituían una réplica a ese modelo del turismo masivo, fundamentalmente de sol y playa. En la actualidad este modelo aún prevalece en muchas escuelas de turismo a pesar de la diversidad de atractivos, fragilidad de estos, productos de bajo impacto, la tendencias y estilos de vida de las personas, y de la enorme y contrastante geografía Latinoamericana.

Este macro entorno nos da la respuesta a la pregunta planteada. Se hace necesario que nuestras universidades como entes de desarrollo, investigación, producción y liderazgo intelectual y gestoras del conocimiento asuman un proceso de reflexión y reconversión ante el desafío del cambio sobre la base de los siguientes elementos.
1.    Retomar la razón o la trilogía que define su misión: Docencia, investigación y extensión con pertinencia y liderazgo a la sociedad contemporánea y propia al interés turístico actual. Las causas que motivaron en la Edad Media la aparición de las universidades son muy similares a las que vivimos hoy; cambios de; época, estilos de vida, económicas, ambientales y sobre todos tecnológicos que empujan fuertemente a cambios y respuestas que permitan mejor gestión del conocimiento y la sincronía entre el producto académico que se genera en el alma mater y el recurso que requiere la industria turística.
2.    Al ser la universidad foco emblemático de conocimiento se hace primordial  que desde allí se genere propuestas y se consensue con los demás actores del destino, el tipo de modelo de desarrollo, las capacidades y/o competencias requeridas y las herramientas técnicas a utilizar en la gestión del destino turístico.
3.    Desde el punto de vista de una visión especifica la condición anterior plantea la necesidad de generar currículos de estudio disruptivos que manejen eficientemente la presión de los cambios en tiempos cortos, las aptitudes y actitudes requeridas con base de los cambios y que hagan del producto académico un sujeto altamente competitivo y fácil de insertarse en este mercado también altamente competitivo y exigente.

Lo anterior implica asumir responsabilidades que van más allá del área o de la burbuja de confort que brinda la vida académica, que muchas veces permite involuntariamente la práctica de modelos anquilosados históricamente como medios de investigación y aplicación. Implica asumir otro tipo de investigación proyectiva o prospectiva de actualización,  de liderazgo y compromiso, de desmitificar conceptos y generar nuevas discusiones e interpretaciones, pero que en todo caso conllevan la formación y alimentación de nuevos enfoques y nuevos paradigmas que pueden ser la herramienta que permitan  acoplar el presente con el futuro y marcar la agenda para reducir la brecha entre mayor o menor desarrollo, entre mejor o inferior  capacidad del talento humano, entre más docentes calificados o más realidad virtual para enseñar, entre más profesionales y menos robot.   

Lo cierto es que, si no se generan esos cambios desde adentro de las universidades con competencias en las áreas del turismo y sus afines, todos quienes trabajamos en ese importante sector estaremos expuestos a una sustitución de hombre por ordenadores, robot o inteligencia artificial.
 
Portal de América

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