por Federico Zylberglajt, desde Osaka, Japón -
Recuerdo vívidamente varios viajes con mis padres a Francia, desde el primero en Varig en un DC-10, pasando por Iberia, KLM y Air France. Como el espacio se iba reduciendo (tanto por mi crecimiento como por la variación de las configuraciones de los aviones), como se fue restringiendo el acceso a la cabina de vuelo y como también, se tornaba más fácil viajar en avión al mismo tiempo.
Hoy en día viajar a Europa, antes tan lejana y difícil de acceder, es casi un mero trámite. Amigos míos que trabajan desde Uruguay, viajan varias veces por mes a Europa o Estados Unidos, de la misma forma que lo hace una persona que trabaja en el interior del Uruguay al viajar a la capital. El largo del viaje en horas a Europa o Estados Unidos es casi tanto como ir en ómnibus a Artigas, si, así de accesible es el mundo hoy en día.
En Japón, el transporte es parte esencial del día a día de las personas. Desde la puntualidad de los trenes y medios de transporte en general (recuerdo estar con mi esposa e hija en Bruselas a bordo de un vuelo de ANA retornando a Japón, comentándole con una sonrisa como el avión empezó a retroceder desde su posición exactamente a la hora de partida del vuelo), a la frecuencia de dicho medio de transporte. El tiempo y la facilidad para moverse vale mucho y eso se ve reflejado en el precio de las viviendas, cuanto más cerca de una estación de tren, más caras.
Los japoneses tienen historia en transporte. Visionarios casi, crearon el primer tren de alta velocidad, el famoso Shinkansen (o tren bala como se le conoce en occidente) a un costo bastante más alto que el presupuestado pero justificado por el objetivo final, conectar eficientemente dos megalópolis de Japón: Osaka y Tokyo, centros de la industria y el comercio de la nación.
El Shinkansen no sólo era y es rápido, sino que su frecuencia es muy alta también dando flexibilidad a los viajeros, de negocios y trabajo sobre todo, de poder viajar en el día a una ciudad u otra. A modo de ejemplo el viaje Osaka-Tokyo lleva 2h30min.
Si bien Japón es en parte famoso por este tren, su red de vuelos es incluso más impresionante. ANA, hoy en día la compañía aérea más grande de Japón como grupo, tiene vuelos cada 30 min desde el aeropuerto de Osaka (Itami, casi en el centro de la ciudad) al de Tokyo Haneda, también en el centro de la ciudad. Ambos aeropuertos limitados por los horarios y los slots, hacen que la compañía utilice Boeings 777 configurados con más de 400 pasajeros para atender la demanda de viajeros, en un vuelo de poco menos de 1h.
En Japón el transporte es un sistema. Cómo transportar la mayor cantidad de gente, lo más rápido posible y de la manera más eficiente. En Osaka y Tokyo, en los vuelos domésticos, ANA requiere que se realice el control de seguridad al menos 15 minutos antes de la salida del vuelo. Embarcar el vuelo en el 777 sólo toma 15 min, utilizando dos puertas de embarque, una para cada pasillo del avión.
Japón entendió hace tiempo que para poder ser competitivo en su economía interna y como exportador, necesitaba poder mover personas y bienes eficientemente.
Luego de la crisis del 2008 Japón comprendió otra cosa, debía tener otros ingresos además del comercio y la industria. Un dólar barato convirtió a las exportaciones japonesas (tradicionalmente posicionadas de forma tal que el yen siempre era un poco más barato que el dólar) en más caras y esto afectó a la industria y comercio, llevando a que la economía se estancara incluso habiendo deflación de precios.
Fue a partir del gobierno de Shinzo Abe, que el turismo empezó a tomar protagonismo. Fijando el gobierno metas de ingresos de turistas ambiciosas logró no sólo cumplirlas antes del plazo, sino que revitalizó áreas de Japón que habían perdido su dinamismo debido a la crisis económica y la migración de la población de las ciudades pequeñas a las megalópolis japonesas.
Japón siempre fue un país cerrado a la inmigración, pero fue este cambio de política y un fuerte apoyo a las compañías aéreas, especialmente a las low cost, lo que permitió y permite este auge de turismo.
La política de Japón es clara, apoyar el transporte aéreo, no sólo con tarifas competitivas de servicios sino con conexiones. El transporte no se concibe como el pasajero finalizando su viaje al llegar al aeropuerto, sino a su destino final (hotel, residencia alquilada a través de plataformas, casa de parientes) y es así que se ajustan servicios de transporte y sus frecuencias, a los principales destinos finales luego de haber arribado al aeropuerto de entrada en Japón.
Esta política, se ve claramente en el aeropuerto internacional de Osaka. Su frecuencias de buses y trenes se ve incrementada constantemente. Atendiendo a la demanda de los viajeros, zonas de outlets se crean cerca del aeropuerto y nuevos hoteles abren en su entorno, toda la zona del aeropuerto de Kansai (tradicionalmente una zona de bajos recursos en Osaka) se vio revitalizada por el aeropuerto y sus viajeros.
Hace poco tiempo se recibió al turista número 30 millones, un turista que viajaba desde Taipei a Osaka. Fue recibido en una ceremonia por el ministro de transporte y por el CEO de la compañía aérea japonesa por la que viajó.
En un correo a sus empleados, el CEO menciona la conversación con el ministro, quien le dijo que estaba a su disposición para trabajar en gestiones y apoyos a la compañía aérea, desde la gestión de permisos y frecuencias de vuelos hasta medidas de apoyo económico para ciertos destinos con menor demanda y así estimularla.
El turismo bien gestionado, es un negocio en el que ganan todos, pero hay que pensarlo y apoyarlo de forma colectiva.
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