No hace falta pasarse tres días buscando el OceanGate, un submarino de multimillonarios cerca del pecio (restos) del Titanic, para entender que algo se está hundiendo en la industria del turismo. Ni hace falta subrayar la dolorosa simultaneidad de este mediático rescate con la frecuencia de pateras naufragando en el Mediterráneo o de cruceros surcando el Báltico. Solo hace falta ampliar un poco más el foco.

Un sumergible que habitualmente traslada a turistas a los restos del 'Titanic' ha desaparecido en aguas del océano Atlántico, lo que ha obligado a la Guardia Costera de Boston a iniciar una operación de búsqueda y rescate.