Llegamos a la Capital de La Puglia, Bari, en ferry desde Dubrovnik luego de siete horas de navegación por el Adriático y a pesar de que el hotel elegido es muy bueno, queda alejado de la Ciudad Vieja, el verdadero objetivo de la visita a esta ciudad. Como el sistema de taxis es muy diferente en Italia y sólo se consiguen por teléfono, por alguna aplicación o en las paradas (que cuesta encontrarlas), caminamos bastante para alcanzar el segundo objetivo: comer los famosos orechiette, la pasta tradicional de Puglia y luego retornar andando también, al hotel. En esa primera vuelta pudimos apreciar el gran ritmo de la principal arteria, el Corso Vittorio Emanuelle que divide la ciudad vieja de la parte moderna. La cena estuvo exquisita y a muy buen precio en un lugar típico junto a la Catedral de San Sabino. Compartimos los principales atractivos y puntos de interés visitados en la propia Bari, luego en ruta hacia Lecce, pasando por Polignano a Mare, el pueblo donde nació Doménico Modugno; Monópoli; Alberobello y sus Trullis. Luego del pernocte en la Ciudad Ocre o Dama del Barroco como le llaman a Lecce, al día siguiente continuamos viaje por Brindisi (que nos encantó también, hacia Matera, en la Basilicata, que será motivo de una próxima crónica.