Y los hechos lo confirmaron, exceptuando alguna manifestación (convocada por Diálogo nacional, movimiento integrado por el gobierno, partidos políticos y sindicatos) en apoyo a Palestina, por allí poco se habla del conflicto entre Israel y Hamás. Luego de visitar en Menfis el museo al aire libre Mit Rahina con el coloso Ramsés II y La esfinge de alabastro; de ver en el cementerio de Saqqara la Pirámide escalonada; el Museo de las Civilizaciones, el Museo egipcio y en el sitio arqueológico de Giza el conjunto de las pirámides de Keops; Kefren y Micerinos, partimos en vuelo directo a Luxor para embarcarnos en el crucero por el Nilo. Pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos
Allí comenzó quizás el período de los contrastes multiplicados. El real confort del barco Simphony con excelente gastronomía; bebidas alcohólicas; aire acondicionado; área de piscina con un panorama espectacular para apreciar la navegación por el Nilo e higiene, se da de bruces con lo que se vive en tierra. Egipto milenario La esfinge, en Giza 62 Destinos Los olores; el calor; las moscas y el agobio de los vendedores, desde niños hasta ancianos, hizo que en vez de disfrutar la imponencia de los templos, la padeciésemos. De todos modos nos sorprendimos con Karnak y Luxor. Quizás la llegada a Edfu fue el paroxismo del contraste donde la buena intención de los traslados en calesa se convierten en una muestra degradante de la condición humana. Medinet Habu y el templo de Hatchepsut bajo un agobiante sol de medio día fue la previa al promocionado Valle de los Reyes donde tuvimos una de las decepciones mayores.
A la salida de ese enclave que guarda las tumbas faraónicas vimos los colosos de Mennon. Kon Ombo fue una agradable visita nocturna, con el templo iluminado y una temperatura ideal. El jueves 26 luego de una cena típica a bordo con apenas tres horas de sueño partimos a las dos y media de la madrugada para hacer entre ida y vuelta 600 kilómetros para visitar otro gran objetivo: Abu Simbel, una imponente obra que incluye el aditivo de haber sido trasladada para “elevarla” en el acantilado desde las aguas del Lago Nasser. La presa de Asuán, la cantera de granito rojo con el obelisco inacabado marcaron la primera parte de esa última jornada por el Nilo y por la tarde, navegación entre faluca y lancha a motor para arribar al Pueblo Nubio, donde fuimos cordialmente agasajados por los residentes locales con música y una merienda de productos típicos, con el marco de sus mascotas: los cocodrilos. El cierre fue el espectáculo de luz y sonido en el templo de Philae, adonde llegamos en lancha. El viernes 27 partimos de Asuán en vuelo directo de regreso a El Cairo para pernoctar allí y retornar a Europa, en nuestro caso a Madrid para luego de tres días retornar a casa.
Artículo publicado en el N° 2 de PDA Magazine