Morro de San Pablo: una de las sucursales del Paraíso. Parte I
Domingo, 18 Febrero 2018

Morro de San Pablo: una de las sucursales del Paraíso. Parte I

Estoy casi convencido que Dios manda las moscas a la hora del almuerzo para que nadie decida certificar que este enclave en la isla de Tinharé es una sucursal del Edén. Todo lo complicado que resulta llegar termina siendo un justo tributo por el derecho de pisar este suelo fantástico. Sólo circulan carretillas para transportar maletas, mercaderías y hasta personas. Desde que llegué sólo vi escasos vehículos en las calles principales y en el camino entre las playas: alguna moto policial y otra con una caja acoplada con el cartel de Ambulancia. No hay motos ni bicicletas y mucho menos autos particulares en esta área, sí los hay en las afueras. Nadie anda temeroso, todos transitan calmos y disfrutando este clima simil Caribe, al que -dicho sea de paso- Morro no tiene nada que envidiarle.

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En los días que llevamos aquí, creo no haber visto hasta ahora una casa particular. Todo son posadas, hostels, restaurantes, bares, heladerías y comercios de diferentes tipos, incluidas marcas de primera línea también.

 

Los precios son normales y en muchos casos, más baratos que los que vimos en Río y Salvador.

 

En la playa una reposera cuesta menos de 9 dólares por todo el día; una caipirinha dos y una caipiroska cinco y sdemás de las de limón hay de kiwi, frutilla, maracujá y siguen frutas.

 

El traslado desde Salvador

 

A pesar que hemos visto la promoción de un viaje en lancha rápida en una hora veinte, las más conocidas formas de traslado desde el continente son dos: ferry o semiterrestre. La primera lleva más de dos horas treinta y al subir le dan a uno ya, una bolsa para los mareos...Comentan que siempre, se mueve mucho. La otra es la que hicimos.

 

Salimos del puerto de Salvador en un Catamarán que en 40 minutos nos dejó en Vera Cruz, Itaparica.

Allí continuamos en un bus chico o en un micro grande de unos 36 asientos, el cual atravesó la isla, llegó al continente y nos depositó en el atracadero de Valencia en una hora y media. No quise consultar distancia ni, -al bajarme- controlar las cubiertas del rodado, pero ya me hago cruces pensando en que deberemos volver a soportar este transporte al regreso. Veníamos preparados a pasarlo algo mal en el agua pero jamás pensamos que sentiríamos pánico en tierra.

Desde Valencia, pasando por Gamboa, llegamos a Morro de San Pablo en una lancha a motor en 20 minutos.

 La llegada al Morro digamos que, dejando de lado el maravilloso paisaje, no es de lo más agradable. La primera comunicación es que hay que pagar una tasa de 15 reales por visitante (me salvé por ser +60) y la otra es que hay que pagar 20 reales por maleta para su acarreo hasta el hotel. Pensé en negarme y aprovechar que las nuestras tienen rueditas pero...miré para arriba...

Como no podía ser de otro modo, esta calle que es la principal de bajada al mar se llama Rua a la praia

Hay tres cosas que en Morro son notorias, la venta de todo lo que tenga que ver con Azaí, hay hasta un local Concept Azaí; las moscas a mediodía, insoportables en todos los lugares de comida y las carretillas. Todo se transporta en carretilla.

Por la noche, música, caipira y buena onda por todos lados.

Si bien no tenemos nada que reclamar por el lugar donde nos alojamos, esta es una opción muy recomendable, diría, hay que alojarse en uno de estos establecimientos, en la playa, es dónde está verdad. El precio es de alrededor de algo menos de 170 dólares la habitación doble con desayuno.

 

Ya trabajamos bastante por hoy, nos vamos a la playa, les seguiré contando.

 

Portal de América

 

 

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