por Sergio Antonio Herrera, desde Río de Janeiro
Cuidados extremos
Salimos a la calle "bien sencillos". Con nada en las manos y con bermudas de mucho bolsillos. Fotocopia de la cédula, unos reales y la única tarjeta que llevamos es la de abrir la puerta de la habitación. La cámara de fotos bien guardada en el hotel y lo que arriesgamos, para cumplir la tarea es el iPhone, que va permanentemente en uno de los bolsillos. Cuando definimos un objetivo, lo sacamos, disparamos para la foto o grabamos un video, mirando de reojo para todos lados, aplicando lo que recordamos de vision periférica a la hora de marcar jugando al básquetbol, y lo volvemos a guardar. Es precaución propia, pero coincide en todo, con los consejos que nos dio la gente de la agencia receptiva que nos atiende.
Entrenados a full para lo caro
Como a la inmensa mayoría, no nos sobra el dinero, nos cuesta mucho generarlo pero cuando salimos de Uruguay, casi ningún precio nos asusta. Pasadas las 17 horas todas las opiniones nos llevaron "de una", al Carretão, una "Churrascaría" de aquellas en Siqueira Campos a pocos metros del mar. La presentación del local y la atención inmjorables, la mesa de fríos además de todo lo imaginable, tiene sushi y mariscos. El rodizio de carnes es espectacular. Vaca, más bien novillo y ternera; cordero, cerdo, pollo, chorizo, más arroz, aros de cebolla, papas fritas, de una calidad y un sabor excepcional. El precio único, sin bebidas ni postre es de 84 reales, menos de 27 dólares.
Lo que vimos hasta ahora
Mucho turismo. Todos los idiomas. Salvo una marcada minoría entre la que nos incluimos, todos disfrazados. Gran cantidad de hombres, no necesariament gays, coincidiendo en la elección del disfraz que lleva orejitas de conejit@ y tutú...¡ah! también altísimo porcentaje de musculados al mango y cabellos teñidos de ese rubio con cartel "no natural". Salvo algunas honrosas excepciones, hasta el momento están en el debe las garotas lindas. Espero que en las horas venideras cambie la situación.
La Avenida Atlántica es el centro de toda la movida con un fondo de barcitos impecables en la playa, todos con show y gran onda. Hasta las 19 horas en las que aparece la policía municipal con varias unidades a sirena abierta. Pasan y automáticamente, la calle deja de ser peatonal y aparece el tránsito normal.
A reponerse y madrugar
Hubo total acuerdo, hoy nos acostamos bien temprano (¡bah! ya son casi 23.30 y estoy escribiendo) y mañana domingo madrugamos para ir a pasear hasta un rato antes que nos vengan a buscar para llevarnos al Sambódromo.
Se los contaré.
até amanhã se deus quiser.
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