por Sergio Antonio Herrera, desde el Mar Caribe
 

 
Al igual que en Punta del Este que no tiene un puerto con el calado suficiente, los cruceros fondean en la bahía a algunos cientos de metros de la costa y hay que bajar en media docena de tenders con capacidad para 120 personas, propiedad de la empresa naviera que nos trajo. Está todo muy bien aceitado, al punto que el descenso de más de cuatro mil pasajeros se hizo en forma fluida y sin contratiempos.
 

 
Según Wikipedia, es el corazón financiero e industrial del país, con más de 600 bancos domiciliados, muchos de los cuales son filiales de bancos europeos. Buena parte de ellos son considerados sociedades pantalla que se utilizan para redirigir los beneficios de las empresas y evitar el pago de impuestos en los países de origen. Gracias a la condición de paraíso fiscal de las Islas Caimán, George Town mantiene desde hace tiempo una gran pujanza económica.

El turismo es la segunda fuente de ingresos, ya que las islas se han convertido en un destino exótico y lujoso. El puerto de George Town tiene una terminal de carga y acoge cruceros y barcos de recreo. Próximo a la ciudad se encuentra el Aeropuerto Internacional Owen Roberts.
 

 
Hay algo que resulta muy curioso, el tránsito como en todo el Reino Unido y sus territorios corre por la izquierda y los vehículos tienen el volante a la derecha. Sin embargo hay muchos vehículos con el volante a la izquierda. No se nos pasó siquiera la idea de alquilar un coche aquí.
 
Hay un tema que es interesantísimo y es el de las excursiones que vende la empresa. Todos saben que son carísimas, mucho más de lo que deberían serlo pero hay un gran contingente de pasajeros que para realizarlas en cada puerto las contrata a bordo.
 
Nosotros como venimos haciendo en cada escala, bajamos en forma independiente al igual que muchos compañeros de viaje.
 
Por una cuestión de practicidad y porque ser independiente en la toma de estas decisiones no significa que no nos guste pasarlo bien, le pedimos a la taxista que contratamos conjuntamente con un matrimonio boliviano de Santa Cruz, que nos llevara a Playa Tiki, la misma que iban los excursionistas. Nos habían advertido que para ingresar y además tener acceso a las reposeras y sombrillas debíamos pagar 25 dólares por persona.
 

 
La taxista, que nos cobró cinco dólares por persona para llevarnos, nos insistió en que fuésemos a Royal Beach y no a Tiki, pero ante nuestra determinación, accedió.  Pero no logramos el objetivo, nos adujeron que estaba colmado el lugar y no admitían más personas. No les creímos pero nos tuvimos que ir igualmente.
 
Acertaron, la taxista se salió con la suya y terminamos en Royal Beach, pagando dos dólares la entrada cada uno con derecho al uso de los baños y a la piscina. En caso de haber pagado el servicio cada reposera costaba 10 dólares y la sombrilla quince Pero al igual que nos pasó en Curacao hace unos meses nadie vino a cobrar y nosotros no salimos a buscar a nadie tampoco... Un Mojito, Margarita o Caipiroska costaba nueve dólares y una cerveza cinco, un Club Sandwich catorce.
 
La playa una delicia. Arena fina, agua mansa y ligeramente fresca, lo que la hacía aún más agradable dada la alta temperatura reinante.
 
Mañana les contaré como estuvo la cosa en Cozumel pero como adelanto ya les digo que casi diez puntos...
 
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