por Sergio Antonio Herrera, desde Madrid

Fuimos directo a la Plaza San Pedro puesto que ya teníamos las entradas compradas para visitar dos de los tres puntos claves, ya que el otro, la Basílica de San Pedro tiene entrada gratuita.

Al bajar del taxi nos abordó una morena cubana ofreciendo los servicios de guía por 26 euros por persona y como gancho nos dijo: "al finalizar no deben hacer cola para entrar a la Basílica". Cuando entramos a la galería para cambiar los tickets de ingreso, la funcionaria del Bus Turístico nos ofreció lo mismo por 18 euros por persona.

Como ya lo hemos dicho antes, debíamos verlo con nuestros propios ojos. Ya lo vimos, no volveríamos. El museo lo miramos de manera fotográfica ya que como no somos entendidos en arte, lo otro nos lastimaba los ojos y la Capilla Sixtina fue una de las grandes decepciones. Para llegar a ella hay que hacer casi un Vía Crucis a través de cientos de metros dentro de una sucesión de obras y mucho brillo, pero al llegar, entrando por una puertita chica se ingresa a un espacio de tamaño nada amplio, más bien angosto, atestado de gente y lleno de guardias los que no permiten mirar casi, pidiendo continuamente que se siga caminando.

No se permite sacar fotos ni filmar, cuando nos lo advirtieron ya habíamos registrado unos segundos de video que subiremos a nuestro Facebook.

Fuimos con la más clara intención de intentar maravillarnos con la obra de Miguel Angel pero el escenario nos resultó tan adverso que nos lo impidió.

La parte del merchandising  no es tan agresiva como en Barcelona en la Sagrada Familia por ejemplo, donde la salida es obligatoria por el free shop, pero aquí si se quiere es más sostenida ya que desde el primer cartelito que dice "uscita" (salida), contamos al menos diez puntos de venta de souvenirs.

Lamentablemente lo que quizás más nos hubiese gustado no lo pude llegar a ver. porque realmente comencé a sentirme mal y previo paso por una farmacia para comprar antigripales, me fui al hotel. La Basílica de San Pedro fue visitada por mi esposa y salió muy reconfortada del lugar.

Termini

Antes del mediodía de este martes 29 atravesamos la estación de Términi con el equipaje para tomarnos el bus del servicio Shuttle a Fiumicino para embarcarnos en Iberia a las 15.15 hacia Madrid. Llegamos a la T$ de Barajas la cual es sencillamente impresionante.

Lavabo de los baños de Fiumicino, aeropuerto romano. A la izquierda el aire para secarse; en el centro el agua y a la derecha el jabón. Lo vea o no...

Es mi tercera visita a la capital española y cada vez la encuentro más bella.

Estamos alojados a pocos metros de la Gran Vía en un precioso hostal y de allí partimos luego de una reparadora ducha tomando la bajada de la calle De la Montera hacia la Puerta del Sol y ya que estábamos, una "vueltita del perro" por la Plaza Mayor.

En poco rato vivimos de todo.

La Puerta del Sol, la noche del martes

En los alrededores de la Plaza Mayor, maduras señoras orientales nos ofrecieron en 15 minutos unas veinte veces masajes; nos causó gracia la forma en que los policías en moto y los morenos vendedores ambulantes representan una parodia del cumplimiento del deber. Me llamaba la atención ver a los africanos (a todos y eran muchos) en la Puerta del Sol, con su mercadería dentro de unas lonas con cuerdas en todo momento amagando a cerrarlas. De pronto aparecieron dos policías acelerando sus motos y salieron todos en estampida hacia las escaleras del metro, mirando en todo momento hacia los policías. Apenas estos iniciaron la retirada los morenos empezaron a volver, uno de los agentes amagó volver y los morenos corrieron otra vez hacia las escaleras y como el policía se fue, ellos volvieron a sus puestos.

Un atentado a la cordura y a la dieta sana pero...irresistible
Volvimos sobre nuestros pasos buscando donde comer algo hasta que llegamos ahora en el repecho de La Montera adonde un mozo nos ofreció un menú y nos dijo "pasen a la cueva"...se trataba de una taberna, La Cueva del 1900, donde volvimos a nuestro vicio: el surtido ibérico. Posteriormente un par de carajillos en un boliche igualito a los de Montevideo o de Buenos Aires, con el gallego veterano en la caja, quien nos dijo cuando eran cerca de las doce de noche y le preguntamos si servían desayuno: "claro hombre, aquí estaré, antes de las siete".

Lamentablemente, esto también es Madrid, en plena Gran Vía

Mañana caminaremos Madrid a reencontrarnos con muchos de sus íconos y por la noche subiremos a El Pinar de las Rosas, a cenar en familia.

La idea es hacer una escapada en Tren Ave el jueves a Sevilla y el viernes por la noche embarcarnos hacia casa. Les seguire contando.

Nos vemos.

Portal de América